martes, 27 de septiembre de 2011
martes, 23 de agosto de 2011
martes, 9 de agosto de 2011
viernes, 22 de julio de 2011
miércoles, 13 de julio de 2011
jueves, 7 de julio de 2011
jueves, 30 de junio de 2011
Artículo de X-men First Class en Cinemania de Junio
Si te perdiste la revista Cinemania de junio, aquí estan los escaneos del artículo que le dedica a X-men First Class:
martes, 28 de junio de 2011
miércoles, 15 de junio de 2011
viernes, 10 de junio de 2011
jueves, 9 de junio de 2011
Los 'X-Men' llegarán a su fin en octubre
AP
Los X-Men de Marvel, uno de los equipos más perdurables y entrañables de la historia de la cómic, está siendo desgarrado por un enfrentamiento entre Cíclope y Wolverine, hasta el punto de que la situación se vuelve insostenible.
"Como lo saben todos los que han visto los comics, el eje tradicional de los X-Men ha sido la polaridad de Magneto y Xavier", dijo Kieron Gillen, autor de 'Uncanny X-Men' desde 2010. "Xavier cree en la integración pacífica, Magneto no".
Cíclope reunió a los Mutantes sobrevivientes, algo que ni Magneto ni Xavier, alias Profesor X, pudieron lograr.
"Todos han seguido a Cíclope, a pesar de las reservas que tuvieran", dijo Gillen, pero el conflicto subyacente está a punto de aflorar, y ése es el enfoque de 'Schism' y el fin de 'Uncanny X-Men'.
Marvel ha dicho que la fractura y sus consecuencias es tan grave como su 'Civil War', una serie de 2006-2007 que dividió a sus héroes y cuyas consecuencias todavía se sienten.
"Los X-Men están sufriendo un desgarramiento interno. Los sucesos de 'Schism' (cisma) les hacen más daño que cualquier villano del pasado", dijo Nick Lowe, editor de X-Men desde hace seis años y de la serie 'Uncanny X-Men' desde 2006.
En la historia, la relación entre Cíclope —un fundador de los X-Men y parte de la serie de Stan Lee y Jack Kirby que debutó en 1963— y el feroz combatiente Wolverine se deteriora hasta el punto sin retorno, dijo Lowe.
"El corazón de X-Men siempre ha sido una ideología y unas ideas, y para ser justos hay que ser fieles a ellas", dijo Gillen. "Y si la historia que estamos relatando exige poner fin a los 'Uncanny X-Men', pondremos fin a los 'Uncanny X-Men'. No es para tomarlo a la ligera, pero si es necesario, así se hace".
lunes, 6 de junio de 2011
X-Men: Primera generación. Una impresión personal
Critica de First Class del editor de Marvel en España
Por Julián M. Clemente
Hace ya una década que el primer X-Men lo cambió todo. La visionaria película de Bryan Singer sacó a Marvel de la bancarrota en la que se encontraba, dio el impulso necesario para que la editorial se atreviera al cambio y abrió as puertas al tratamiento adulto y sofisticado del género de superhéroes. Dicho de otra manera: Sin X-Men no estaríamos donde estamos ahora. Por eso, resultó especialmente triste que, con el paso de los años y tras una brillante secuela incluso mejor que el primer filme, la franquicia se deteriorara hasta decir basta. Una apresurada X-Men 3 sin la presencia de Singer en la que apenas destacaba la habilidad del director para imitar los planos de éste dio lugar a la sonrojante precuela protagonizada por un Wolverine muy blandito e infantil que enterró definitivamente cualquier ilusión que quedara.
En Fox, que ahora demuestran que no siempre se equivocan, debieron tomar nota y han hecho lo imposible por recuperar la legitimidad que un día tuvieron. Para ello, lograron repescar a Bryan Singer, un tanto escaldado de la respuesta de sus últimos proyectos, de tal manera que, si bien no volvería a ponerse detrás de las cámaras, sí estaría como desarrollador y productor del proyecto. Singer se hizo entonces con los servicios de Matthew Vaughn (Stardust, Kick Ass), un tipo inteligente y con buen ojo, capaz de mantener su personalidad propia sin necesidad de renunciar a un tono que ya estuviera presente en las películas iniciales y que conecta sin remilgos con éstas.
Porque Vaughn necesitaba acreditarse como merecedor de la resurrección de la franquicia, lo primero que hace es enviar ese mensaje, el de que esta película tiende un puente con las dos primeras, y lo hace mediante una primera escena en la que, sencillamente, reutiliza el comienzo del X-Men original, con la llegada de Magneto joven al campo de concentración. A partir de ahí, con el seguidor de la saga metido en el bolsillo, hace la película suya, pero sin romper en ningún momento ese cordón umbilical que le conecta con los otros filmes, ya sea a través de circunstancias anecdóticas, ya sea centrando en el discurso del filme en la relación entre Magneto y Xavier. En el primer aspecto, hay impagables regalos, como el mantra que repite Xavier sobre la evolución y que no es sino el discurso que enunciaba la voz en off de Patrick Stewart al comienzo de X-Men y Famke Janssen al final de X-Men 2 o el maravilloso cameo de Lobezno, uno de los momentos de pura ovación fanboy con los que cuenta el metraje.
Todo eso sirve para armar y fortalecer el corazón del filme, que no es sino la historia de Xavier y Magneto, una tragedia griega mutante alrededor de su amistad, sus diferencias y aquello que les separó. Es esa la verdadera historia que cuenta Primera generación, la que obliga a desdibujar el resto y aboca el filme hacia una conclusión que se va abriendo camino inexorablemente, no porque sabemos que así van a terminar las cosas, sino porque no pueden acabar de otra manera. Las vidas de ambos personajes se configuran de tal forma que no puedan ser otras las decisiones que toman. A tal efecto, ambos actores están soberbios, de manera que el espectador pueda empatizar con las posturas, entender al pacifista y esperanzador Xavier, pero también comprender por completo a ese Magneto que, como en los cómics, ha visto un holocausto y no está dispuesto a contemplar otro. Como precuela, esto es, como relato de qué ocurrió antes que explica el después, X-Men: Primera generación se clasifica como quintaesencial, una verdadera lección de narrativa y de cine que debería estudiar George Lucas para descubrir en qué falló con sus últimos filmes de Star Wars.
Si el binomio Magneto / Xavier es importante, este se enriquece y adquiere pleno sentido a través de un contexto temporal, el de los años sesenta, y alrededor de un reparto secundario pero fundamental, el de esos chicos de la "Primera generación" y los enemigos a quienes se enfrentan, el Club Fuego Infernal. La situación de la historia en los años sesenta entraña un cierto riesgo, que Vaughn minimiza reduciendo al máximo, quizás en exceso, la ambientación y los toques retros a los que pudiera haber recurrido. La película, como las de Singer, es premeditadamente de un clasicismo atemporal, de tal manera que sólo el contexto socio-político desvela en qué año nos encontramos. La crisis de los misiles cubanos podría haberse erigido como metáfora, pero no llega tan lejos: es una excusa para contextualizar la historia. No, esto no es el Mad Men de los superhéroes, por mucho que la presencia de January Jones podría hacer que algún despistado pensara tal cosa.
Los alumnos de los que se rodea Xavier en su primera clase quizás sean una de las formaciones más extrañas que haya conocido jamás La Patrulla-X. Esta película tenía muchos amos a los que ser fiel. Podía elegir entre el borrón y cuenta nueva, entre olvidarse de los largometrajes anteriores y empezar de nuevo o podría optar por el espíritu de precuela oficial. Lo segundo significaba, forzosamente, salirse del contexto de la "Primera Generación" de La Patrulla-X que puede verse en los cómics, y ése ha sido el camino que se ha seguido. Los mutantes que forman el equipo surgen de las necesidades argumentales del filme, no de la literalidad de los cómics. Tenemos mutantes propios de todas las épocas imaginables del tebeo, e incluso sorprende el ánimo de los realizadores a la hora de elegir personajes irrelevantes dentro de las viñetas, como Angel Salvatore, Azazel o Riptide, pero se entiende en cuanto a que responden a unas necesidades estéticas o argumentales.
Curiosamente, las alusiones más obvias a la época en la que se desarrolla la historia vienen del Club Fuego Infernal: los escenarios en que se mueven los villanos y el aspecto que lucen son herederos en gran medida de la referencia que tomaron Claremont y Byrne para crear al grupo, y que no fue otro sino el capítulo "Un toque de azufre", de la mítica serie inglesa de Los Vengadores. De nuevo, Vaughn y Singer toman y añaden lo que necesitan, por lo que habrá más de un fan, obsesionado con que cine sea fotocopia de cómic, que se haya llevado las manos a la cabeza con detalles puntuales y anecdóticos , juzgados como tales por el espectador de mente abierta y sin complejos. Es el que perdona también la escasa atención hacia las historias personales de un reparto gigantesco, pese a que nos quedemos con ganas, con muchas ganas, de más Emma Frost, de más Mística, de más Sebastian Shaw (sólo en ellos, hay otras películas pendientes de contar).
Las decisiones que se han tomado se descubren como correctas al llegar al final del filme y al entender que, frente a las franquicias que optan por reiniciarse a la primera flaqueza, X-Men, la saga cinematográfica, ha creado ya su propia mitología, que acude a los cómics cuando hace falta pero que se ha ganado su propia independencia. Aquí ha ocurrido algo que ya se diera en esos tebeos: los elementos distintivos de la franquicia se han vuelto tan poderosos e hipnóticos que están por encima de un tropezón puntual: los fans están dispuestos a perdonar siempre que se recupere la magia del primer hechizó. Y con X-Men: Primera Generación, la magia ha vuelto a conjurarse.
Nota: en España a los X-men se les conoce también como Patrulla X
jueves, 2 de junio de 2011
martes, 31 de mayo de 2011
lunes, 30 de mayo de 2011
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