martes, 31 de mayo de 2011
lunes, 30 de mayo de 2011
domingo, 29 de mayo de 2011
Bryan Singer analiza de nuevo en profundidad X-Men: First Class
Ante el inminente estreno de X-men First Class a continuación otra entrevista a Bryan Singer, productor de First Class y director de X-men 1 y 2, cortesia de la web española espaciomarvelita.com:
Sobre la elección del título y su significado:
Sobre la elección del título y su significado:
Fue un título que inicialmente me gustaba. Sabía que había una exploración sobre hacer una película basada en los cómics de First Class, pero pensé que para conseguirlo o para llegar ahí, sería interesante volver al origen de los X-Men. La formación de la relación y el cisma entre Xavier y Magneto. Y aún así me gustaba el título First Class porque reflejaba ese concepto del cómic en el que estaba basado, así que simplemente decidí que perseguiría esa historia de un joven Xavier y un joven Magneto pero retendría el título First Class como un tipo de comienzo de los X-Men, y después podrían partir desde ahí.Sobre cómo llegó con la historia:
Oh, algo con lo que vine que estaba simplemente basado en algo… Cuando hice las dos primeras películas de X-Men, fui consciente de que tenía que imaginar como jugar con la relación entre Magneto y Xavier, y siempre fui muy consciente de que su pasado debía ser visto. Cómo había sido su amistad. Así que ese trasfondo siempre estuvo en mi cabeza cuando hablaba de cualquier escena con Ian McKellen y Patrick Stewart. Fue una gran oportunidad poder volver atrás y explorar la hitoria que siempre estuvo rondando mi cabeza cuando estuve haciendo esas otras películas.Sobre decidir qué personajes incluir en la película:
Primero alucinas porque asumes que los buenos ya han sido cogidos. después simplemente coges los cómics y empiezas a revisar e investigar. Me sentí otra vez como si estuviese a finales de los 90, pasando a través de las historias de todos los personajes y sus biografías en los cómics y novelas gráficas, e intentando no violar las viñetas pero al mismo tiempo intentando tener a mutantes que proporcionaran diferentes aspectos a tu historia. Donde sus poderes movieran la historia hacia adelante en lugar de estar ahí solo porque son guays.Sobre la inclusión del Club del Fuego Infernal:
El Club del Fuego Infernal es de hecho algo que los productores Lauren Shuler Donner y Simon Kinberg me mencionaron ya al principio. Incorporarlo a las películas de X-Men es algo que ya habíamos hablado hace años, pero nunca encontramos una forma adecuada de hacerlo. Así que Lauren lo trajo de nuevo y pensé que sería genial, porque otra vez juega con la idea de estar escondidos. Porque la idea general del Club del Fuego Infernal es que son un club clandestino, y eso es perfecto porque estamos tratando con una época en la que el mundo no sabía que los mutantes existen. ¿Qué mejor villano que uno que existe bajo la superficie de la sociedad? Y tener a los mutantes entrelazados con los eventos geopolíticos de la época.Sobre Kevin Bacon como Sebastian Shaw:
Kevin es simplemente un actor fantástico y le hemos visto ser muy encantador y divertido, y también algo de su lado más oscuro en un par de películas, pero todavía no había hecho nada de este tipo. Es un fenómeno, habla varios idiomas fluidamente en la película, y ahora está en una edad en la que su encanto juvenil puede transformarse en uno de esos villanos seductores. E interpreta muy bien, es divertido verle en el set.Sobre cómo se relaciona la película con la trilogía original:
Creo que la cronología funciona, hay algunas libertades, pero en su mayor parte tiene sentido. Los personajes tienen sentido. El por qué de que Bestia y Mística fueran los dos únicos que podíamos haber traído de las anteriores películas es porque realmente no sabes qué edad tienen.Sobre ambientar una secuela en los años 70 u 80:
Por supuesto. Eso sería genial.Sobre si tiene un plan maestro sobre una trilogía:
De momento solo sobre esta. Creo que en cuanto la gente lo pida habrá planes para estas cosas. Creo que lo que pasa es que tienes que ver cómo funciona la primera, como responde la audiencia, a qué personajes y puntos de la historia responden, y después lo analizas y partes de ahí. En mi cabeza, esa es la forma de pensar.Sobre qué aporta Matthew Vaughn Brings a X-Men: First Class:
Es increíblemente bueno uniendo el reparto, que es lo más importante. Puede tratar con muchos personajes, cada uno con sus caracterizaciones propias, cada uno con su propia historia. Y además ya sentía aprecio por el universo X-Men desde que estuvo incolucrado en X-Men 3. E inmediatamente se hizo con el período en el que tuvo lugar. Es un gran fan de las películas de Bond, y quería usar algo de esa estética en esta película, y pensé que era una idea fantástica. Es un director increíble y fuerte, y también produce y tiene su propio equipo. Escarbar en una de estas películas puede ser un reto, porque todo este tipo de cosas pueden volverse en tu contra, y él estaba en lugar en el que yo sabía que podía hacerse cargo de ellas y que no se vería sobrepasado.
viernes, 27 de mayo de 2011
Primeras críticas de 'X-Men: Primera generación': "Un triunfo"
Los periodistas anglosajones ya han podido ver la precuela mutante de Matthew Vaughn, y su veredicto es unánime: el filme es increíble, y Michael Fassbender se come la pantalla. Por CINEMANÍA (España)
Los mutantes han llegado, y han llegado para triunfar. Como podrás leer a continuación, las primeras críticas de la prensa anglosajona a X-Men: First Class no han bajado un punto de lo ditirámbico, comparando al Magneto de Michael Fassbender con James Bond, alabando la elegancia telepática de James McAvoy como el joven Profesor-X y, sobre todo, dejando claro que estamos ante la mejor película con mutantes desde que Bryan Singer nos hizo llorar al final de X-2. ¿Estarán diciendo la verdad, o les habrán seducido las curvas de January Jones? Lo averiguaremos el 3 de junio.
Total Film (Rosie Fletcher): "Es inteligente y conmovedora, explosiva y espectacular. Añadamos a eso un reparto actual y bien conocido, y First Class se convertirá en uno de los mejores estrenos del verano. Puedes estar seguro de que deja en mantillas la decepcionante X-Men: La decisión final de Brett Ratner (que Matthrew Vaughn estuvo a punto de dirigir) y el desperdicio de tiempo conocido como X-Men Orígenes: Wolverine".
Collider (Steve 'Frosty' Weintraub): "Si te preocupaba la posibilidad de que la nueva entrega de la franquicia X-Men fuese decepcionante, me alegra comunicarte que estamos ante un enorme triunfo. Todo en ella, desde el estupendo guión a las excelentes interpretaciones del reparto al completo (destacando a James McAvoy y Michael Fassbender) convierte a esta película en mi favorita de la saga hasta ahora. Por otra parte, está llena de guiños a los fans. Hasta el vestuario y los decorados son geniales".
Slashfilm (Peter Sciretta): "Decían que este proyecto iba a ser una precuela y un reboot, en el mismo sentido en el que lo fue la Star Trek de J. J. Abrams. Me alegra poder afirmar que es ambas cosas. Se ajusta al estilo de las películas de Bryan Singer, y seguramente es la mejor entrega de la saga tras X-2. Escribo esto con algo de nostalgia, puesto que esa secuela llegó en un momento en el que las películas de superhéroes no se consideraban nada más que espectáculos palomiteros, pero puede que el trabajo de Matthew Vaughn haya sobrepasado eso".
HitFix (Drew McWeeny): "Michael Fassbender emerge de esta película como una estrella de cine por derecho propio. El actor pasa el primer tercio de la película como si estuviese en un cásting para el papel de James Bond, y si por mi fuera podría hacerse cargo de él en cuanto Daniel Craig lo abandone. (...) Las motivaciones de sus personajes están presididas por una pasión que no encontrarás en ninguna otra película basada en un comic".
Obsessed with Film: "Michael Fassbender es el verdadero acierto del reparto. Con perdón del chiste, su interpretación es magnética. (...) Vaughn ha expresado su deseo de hacer 'una de James Bond', pero aquí ha ido un paso más allá centrando su estupenda, estimulante e inteligente película en torno a un 'anti-Bond' tan frío, calculador y cruel como el original, sólo que nacido en un universo paralelo en el que los elementos fantásticos surgen de la genética, y no del laboratorio de Q. Pero el mayor acierto de Vaughn es dotar de un verdadero poder emocional a la acción y los efectos especiales".
HeyUGuys (Adam Lowes): "Como ya hiciera The Dark Knight, esta película esgrime ambiciones que van más allá del mundo del cómic. Gracias a la insistencia del director en que la interacción entre los personajes pueda respirar y desarrollarse entre las impresionantes escenas de acción, el público se implica al máximo hasta llegar a un final inmenso, aunque íntimo, que proporciona un devastador golpe emocional muy raro de ver en filmes de esta índole".
Bleeding Cool (Brendon Connelly): "First Class contiene la mejor y más ágil narrativa que he visto en un blockbuster reciente. Pasan muchísimas cosas, y algunas de ellas a toda velocidad, pero todo está presente en el montaje. Es más: el hecho de que algunos momentos importantes transcurran en un abrir y cerrar de ojos se convierte en un aliciente para futuras revisiones. (...) No sé hasta qué punto estudió James McAvoy las escenas de Patrick Stewart [en la trilogía original], pero sí sé que no me acordé de Stewart ni una sola vez durante la película. Sólo veía al joven Charles Xavier".
Den of Geek (Michael Leader): "Mc Avoy y Fassbender nos cuelan una relación compleja, pero tierna. No son un vehículo para los actores que les precedieron, sino que triunfan al hacer suyos los personajes. Esto es especialmente cierto en el caso de Fassbender, cuyo esbelto Erik recuerda a un James Bond encarnado por el Rutger Hauer de Blade Runner".
Los mutantes han llegado, y han llegado para triunfar. Como podrás leer a continuación, las primeras críticas de la prensa anglosajona a X-Men: First Class no han bajado un punto de lo ditirámbico, comparando al Magneto de Michael Fassbender con James Bond, alabando la elegancia telepática de James McAvoy como el joven Profesor-X y, sobre todo, dejando claro que estamos ante la mejor película con mutantes desde que Bryan Singer nos hizo llorar al final de X-2. ¿Estarán diciendo la verdad, o les habrán seducido las curvas de January Jones? Lo averiguaremos el 3 de junio.
Total Film (Rosie Fletcher): "Es inteligente y conmovedora, explosiva y espectacular. Añadamos a eso un reparto actual y bien conocido, y First Class se convertirá en uno de los mejores estrenos del verano. Puedes estar seguro de que deja en mantillas la decepcionante X-Men: La decisión final de Brett Ratner (que Matthrew Vaughn estuvo a punto de dirigir) y el desperdicio de tiempo conocido como X-Men Orígenes: Wolverine".
Collider (Steve 'Frosty' Weintraub): "Si te preocupaba la posibilidad de que la nueva entrega de la franquicia X-Men fuese decepcionante, me alegra comunicarte que estamos ante un enorme triunfo. Todo en ella, desde el estupendo guión a las excelentes interpretaciones del reparto al completo (destacando a James McAvoy y Michael Fassbender) convierte a esta película en mi favorita de la saga hasta ahora. Por otra parte, está llena de guiños a los fans. Hasta el vestuario y los decorados son geniales".
Slashfilm (Peter Sciretta): "Decían que este proyecto iba a ser una precuela y un reboot, en el mismo sentido en el que lo fue la Star Trek de J. J. Abrams. Me alegra poder afirmar que es ambas cosas. Se ajusta al estilo de las películas de Bryan Singer, y seguramente es la mejor entrega de la saga tras X-2. Escribo esto con algo de nostalgia, puesto que esa secuela llegó en un momento en el que las películas de superhéroes no se consideraban nada más que espectáculos palomiteros, pero puede que el trabajo de Matthew Vaughn haya sobrepasado eso".
HitFix (Drew McWeeny): "Michael Fassbender emerge de esta película como una estrella de cine por derecho propio. El actor pasa el primer tercio de la película como si estuviese en un cásting para el papel de James Bond, y si por mi fuera podría hacerse cargo de él en cuanto Daniel Craig lo abandone. (...) Las motivaciones de sus personajes están presididas por una pasión que no encontrarás en ninguna otra película basada en un comic".
Obsessed with Film: "Michael Fassbender es el verdadero acierto del reparto. Con perdón del chiste, su interpretación es magnética. (...) Vaughn ha expresado su deseo de hacer 'una de James Bond', pero aquí ha ido un paso más allá centrando su estupenda, estimulante e inteligente película en torno a un 'anti-Bond' tan frío, calculador y cruel como el original, sólo que nacido en un universo paralelo en el que los elementos fantásticos surgen de la genética, y no del laboratorio de Q. Pero el mayor acierto de Vaughn es dotar de un verdadero poder emocional a la acción y los efectos especiales".
HeyUGuys (Adam Lowes): "Como ya hiciera The Dark Knight, esta película esgrime ambiciones que van más allá del mundo del cómic. Gracias a la insistencia del director en que la interacción entre los personajes pueda respirar y desarrollarse entre las impresionantes escenas de acción, el público se implica al máximo hasta llegar a un final inmenso, aunque íntimo, que proporciona un devastador golpe emocional muy raro de ver en filmes de esta índole".
Bleeding Cool (Brendon Connelly): "First Class contiene la mejor y más ágil narrativa que he visto en un blockbuster reciente. Pasan muchísimas cosas, y algunas de ellas a toda velocidad, pero todo está presente en el montaje. Es más: el hecho de que algunos momentos importantes transcurran en un abrir y cerrar de ojos se convierte en un aliciente para futuras revisiones. (...) No sé hasta qué punto estudió James McAvoy las escenas de Patrick Stewart [en la trilogía original], pero sí sé que no me acordé de Stewart ni una sola vez durante la película. Sólo veía al joven Charles Xavier".
Den of Geek (Michael Leader): "Mc Avoy y Fassbender nos cuelan una relación compleja, pero tierna. No son un vehículo para los actores que les precedieron, sino que triunfan al hacer suyos los personajes. Esto es especialmente cierto en el caso de Fassbender, cuyo esbelto Erik recuerda a un James Bond encarnado por el Rutger Hauer de Blade Runner".
Primeras impresiones de 'X-Men: Primera generación'
CINEMANÍA (España) acaba de exponerse a la precuela mutante de Marvel y, con sus radiaciones aún en el cuerpo, te cuenta lo que puedes esperar de ella.
¿"Un triunfo", como afirma la crítica anglosajona, o un intento de revitalizar una franquicia agotada? Tras haberse sometido al escrutinio de CINEMANÍA en el pase de prensa de rigor, podemos afirmar que X-Men: Primera generación tiene más de lo primero que de lo segundo: la precuela mutante no olvida a sus predecesoras, pero se sostiene sola con sobrada dignidad cuando de ofrecer aventuras, acción y drama se trata.
Esto me suena de algo...
Los espectadores veteranos que vimos X-Men en 2000 experimentamos un poderoso déjà vu durante la primera secuencia de esta película. Y es que, para mantener la hilazón argumental con las entregas firmadas por Bryan Singer, Matthew Vaughn ha vuelto a rodar cierta traumática experiencia del joven Magneto en un campo nazi. Claro que, después de esa pequeña repetición, aprendemos lo que ocurrió después... Y no es agradable (para el personaje, claro).
Aquellos maravillosos 60
Las promesas del director y el productor sobre la ambientación de la película se cumplen desde el principio: pasados los primeros minutos, ambientados en los años 40, una atmósfera sixties se adueña del relato para no abandonarlo hasta los mismísimos créditos finales. Los diseños de vestuario y de producción, así como el ritmo y algunas argucias narrativas, nos transportan de lleno a una era en la que Sean Connery y su James Bond eran el epítome de lo cool. Eso sí: los efectos especiales son muy contemporáneos y, pese a no apabullar, cumplen su función con sobriedad y soltura.
Temblamos ante el amo del magnetismo
Si hablamos del carácter bondiano de Primera generación, hay que mencionar a Michael Fassbender: su Erik Lensherr (aún sin ostentar ese nombre en clave con el que todos le conocemos y amamos) transmite un aplomo y una rabia contra la humanidad que fascinan y repelen a la vez, encajando como un guante en la imagen del personaje irradiada por Ian McKellen en la primera trilogía. Los personajes turbulentos son mucho más atractivos en la pantalla que los 'buenos-buenos', e incorporando un actor excelente a la ecuación tenemos una de las mayores bazas de la película.
Jennifer Lawrence es azul
Desde el punto de vista dramático, otro de los grandes aspectos de este filme es Jennifer Lawrence. Tras haberla visto en modo redneck y cubierta de mugre (Winter's Bone), la joven actriz nos sorprende y nos atrapa mediante su soltura interpretando a Mística, tanto al natural como cubierta de maquillaje azul hasta las cejas. Bordándolo especialmente, además, en sus coqueteos a tres bandas con Fassbender, McAvoy y Bestia (Nicholas Hoult).
Un genio campechano
En su papel del profesor Xavier, James McAvoy consitituye el tercer pilar interpretativo de la película. Un rol que el actor cumple con solvencia, sin poder evitar pese a ello que sus estupendos compañeros le eclipsen ocasionalmente. Llevándole la contraria a los cómics (según los cuales, el mentor mutante era un señor calvo y estirado desde antes de su nacimiento), McAvoy imprime un baño de campechanía al personaje demostrándonos que, antes de la fundación de su equipo, Xavier era un bandarra y un ligón. Por contraste, Rose Byrne queda muy en segundo plano y, aunque defiende su posición con dignidad, sus intervenciones como Moira McTaggert se desdibujan en la memoria.
Hormonas y cromosomas
Uno de los aspectos más simpáticos de Primera generación, y también uno de los más tentadores para el público teen, es la naturalidad con la que Vaughn dispone a su reparto de jóvenes mutantes secundarios. Aunque no disponen de mucho tiempo para brillar en pantalla, Edie Ghategi, Lucas Till y el resto de pupilos del Profesor-X quedan bien perfilados y se hacen de querer. A ello contribuyen no poco sus momentos de diversión, y también sus momentos de tragedia.
¿Dónde están los villanos?
Sin spoilers, pero también sin piedad, afirmamos que el punto más flojo de este guión es la poca cancha que otorga a sus malos para lucirse. Kevin Bacon se gana a pulso el odio de los personajes (y el del espectador) con sus villanías, pero sus secuaces quedan como meros instrumentos argumentales, poderes aparte. Sólo January Jones consigue componer una figura poderosa, lo cual se debe más a su cuerpazo y a su talento que a la labor de director y guionistas: sus líneas de diálogo pueden contarse con los dedos de una mano.
Veredicto final
¿La mejor película de la saga X-Men? Con permiso de X-Men 2, probablemente sí: renunciando en parte (pero no del todo) a la extravagancia formal de Kick-Ass, Matthew Vaughn ha elaborado un filme de superhéroes que respeta el abultado corpus mítico del original sin repeler al espectador novicio gracias a un guión trepidante. Está por verse si los resultados taquilleros (y la voluntad de los actores) nos traen más entregas precueleras de la panda mutante.
¿"Un triunfo", como afirma la crítica anglosajona, o un intento de revitalizar una franquicia agotada? Tras haberse sometido al escrutinio de CINEMANÍA en el pase de prensa de rigor, podemos afirmar que X-Men: Primera generación tiene más de lo primero que de lo segundo: la precuela mutante no olvida a sus predecesoras, pero se sostiene sola con sobrada dignidad cuando de ofrecer aventuras, acción y drama se trata.
Esto me suena de algo...
Los espectadores veteranos que vimos X-Men en 2000 experimentamos un poderoso déjà vu durante la primera secuencia de esta película. Y es que, para mantener la hilazón argumental con las entregas firmadas por Bryan Singer, Matthew Vaughn ha vuelto a rodar cierta traumática experiencia del joven Magneto en un campo nazi. Claro que, después de esa pequeña repetición, aprendemos lo que ocurrió después... Y no es agradable (para el personaje, claro).
Aquellos maravillosos 60
Las promesas del director y el productor sobre la ambientación de la película se cumplen desde el principio: pasados los primeros minutos, ambientados en los años 40, una atmósfera sixties se adueña del relato para no abandonarlo hasta los mismísimos créditos finales. Los diseños de vestuario y de producción, así como el ritmo y algunas argucias narrativas, nos transportan de lleno a una era en la que Sean Connery y su James Bond eran el epítome de lo cool. Eso sí: los efectos especiales son muy contemporáneos y, pese a no apabullar, cumplen su función con sobriedad y soltura.
Temblamos ante el amo del magnetismo
Si hablamos del carácter bondiano de Primera generación, hay que mencionar a Michael Fassbender: su Erik Lensherr (aún sin ostentar ese nombre en clave con el que todos le conocemos y amamos) transmite un aplomo y una rabia contra la humanidad que fascinan y repelen a la vez, encajando como un guante en la imagen del personaje irradiada por Ian McKellen en la primera trilogía. Los personajes turbulentos son mucho más atractivos en la pantalla que los 'buenos-buenos', e incorporando un actor excelente a la ecuación tenemos una de las mayores bazas de la película.
Jennifer Lawrence es azul
Desde el punto de vista dramático, otro de los grandes aspectos de este filme es Jennifer Lawrence. Tras haberla visto en modo redneck y cubierta de mugre (Winter's Bone), la joven actriz nos sorprende y nos atrapa mediante su soltura interpretando a Mística, tanto al natural como cubierta de maquillaje azul hasta las cejas. Bordándolo especialmente, además, en sus coqueteos a tres bandas con Fassbender, McAvoy y Bestia (Nicholas Hoult).
Un genio campechano
En su papel del profesor Xavier, James McAvoy consitituye el tercer pilar interpretativo de la película. Un rol que el actor cumple con solvencia, sin poder evitar pese a ello que sus estupendos compañeros le eclipsen ocasionalmente. Llevándole la contraria a los cómics (según los cuales, el mentor mutante era un señor calvo y estirado desde antes de su nacimiento), McAvoy imprime un baño de campechanía al personaje demostrándonos que, antes de la fundación de su equipo, Xavier era un bandarra y un ligón. Por contraste, Rose Byrne queda muy en segundo plano y, aunque defiende su posición con dignidad, sus intervenciones como Moira McTaggert se desdibujan en la memoria.
Hormonas y cromosomas
Uno de los aspectos más simpáticos de Primera generación, y también uno de los más tentadores para el público teen, es la naturalidad con la que Vaughn dispone a su reparto de jóvenes mutantes secundarios. Aunque no disponen de mucho tiempo para brillar en pantalla, Edie Ghategi, Lucas Till y el resto de pupilos del Profesor-X quedan bien perfilados y se hacen de querer. A ello contribuyen no poco sus momentos de diversión, y también sus momentos de tragedia.
¿Dónde están los villanos?
Sin spoilers, pero también sin piedad, afirmamos que el punto más flojo de este guión es la poca cancha que otorga a sus malos para lucirse. Kevin Bacon se gana a pulso el odio de los personajes (y el del espectador) con sus villanías, pero sus secuaces quedan como meros instrumentos argumentales, poderes aparte. Sólo January Jones consigue componer una figura poderosa, lo cual se debe más a su cuerpazo y a su talento que a la labor de director y guionistas: sus líneas de diálogo pueden contarse con los dedos de una mano.
Veredicto final
¿La mejor película de la saga X-Men? Con permiso de X-Men 2, probablemente sí: renunciando en parte (pero no del todo) a la extravagancia formal de Kick-Ass, Matthew Vaughn ha elaborado un filme de superhéroes que respeta el abultado corpus mítico del original sin repeler al espectador novicio gracias a un guión trepidante. Está por verse si los resultados taquilleros (y la voluntad de los actores) nos traen más entregas precueleras de la panda mutante.
jueves, 26 de mayo de 2011
Matthew Vaughn: "Take That cantan en 'X-Men' para atraer a las chicas"
El director de 'Kick-Ass' confiesa la verdad: el grupo de Robbie Williams y Gary Barlow son un cebo para el público femenino "como Aerosmith en la BSO de 'Armageddon". Por CINEMANÍA (España)
Cuando nos enteramos de que Matthew Vaughn había fichado a los Take That para la banda sonora de X-Men: Primera generación, nuestra primera reacción fue quedarnos estupefactos, la segunda buscar razones para este crossover mutante-musical ("¿Será porque Robbie Williams es amigo de Grant Morrison?") y la tercera constatar que Love Love, el tema entregado por Gary Barlow y los suyos para la película, no está mal. Pero, según acaba de confesar, a Vaughn le trae al pairo cómo suene la canción: sus motivos para reclutar a la boy band fueron bien distintos: tentar al público femenino."
¿Recuerdas Crazy, la balada de Aerosmith que sonaba en Armaggedon?", pregunta Vaughn al ser consultado por MTV. "Un montón de chicas fueron a ver esa peli por eso", prosigue, "porque pensaron: 'Oye, si hay una canción de amor lo mismo merece la pena". Así las cosas, Vaughn (quien, en la misma entrevista, asegura que no piensa rodar jamás en 3D) sentencia la verdad del asunto: "Esto es puro comercio: quiero que las mujeres vayan a ver mi película".
Cuando nos enteramos de que Matthew Vaughn había fichado a los Take That para la banda sonora de X-Men: Primera generación, nuestra primera reacción fue quedarnos estupefactos, la segunda buscar razones para este crossover mutante-musical ("¿Será porque Robbie Williams es amigo de Grant Morrison?") y la tercera constatar que Love Love, el tema entregado por Gary Barlow y los suyos para la película, no está mal. Pero, según acaba de confesar, a Vaughn le trae al pairo cómo suene la canción: sus motivos para reclutar a la boy band fueron bien distintos: tentar al público femenino."
¿Recuerdas Crazy, la balada de Aerosmith que sonaba en Armaggedon?", pregunta Vaughn al ser consultado por MTV. "Un montón de chicas fueron a ver esa peli por eso", prosigue, "porque pensaron: 'Oye, si hay una canción de amor lo mismo merece la pena". Así las cosas, Vaughn (quien, en la misma entrevista, asegura que no piensa rodar jamás en 3D) sentencia la verdad del asunto: "Esto es puro comercio: quiero que las mujeres vayan a ver mi película".
lunes, 23 de mayo de 2011
‘X-Men: First Class’, sorpresa: ¿es un peliculón?
Ya estan las primeras impresiones de X-men First Class gracias tublogdecine.es.
Lo normal es que en este tipo de casos funcione el ‘embargo’, eso que te dicen las productoras cuando te invitan a ver el preestreno de un film muy, muy, muy esperado y no te dejan decir ni mu hasta un par de dias antes de su llegada a todos los cines.
El embargo no prohíbe dar algunas impresiones, pero según vemos en la red esta técnica ha sido interpretada por las webs de forma muy amplia.
No habrá críticas completas hasta el 25 de Mayo pero eso no quita que la Fox puede estar dando saltos: ‘X-Men: Fisrt Class’ es la película del verano que mejores pre-críticas está cosechando.
Collider dice:
Lo normal es que en este tipo de casos funcione el ‘embargo’, eso que te dicen las productoras cuando te invitan a ver el preestreno de un film muy, muy, muy esperado y no te dejan decir ni mu hasta un par de dias antes de su llegada a todos los cines.
El embargo no prohíbe dar algunas impresiones, pero según vemos en la red esta técnica ha sido interpretada por las webs de forma muy amplia.
No habrá críticas completas hasta el 25 de Mayo pero eso no quita que la Fox puede estar dando saltos: ‘X-Men: Fisrt Class’ es la película del verano que mejores pre-críticas está cosechando.
Collider dice:
Si estabais nerviosos por el ultimo capítulo de la franquicia ‘X-Men’ pudiera defraudar estoy feliz de decir que es un gran ‘home-run’. Todo, desde un gran guión hasta unas actuaciones increibles de todo el casting (con especial mención a James McAvoy y Michael Fassbender) hace este film de lox ‘X-Men’ mi favorito de toda la saga. Además la películas está repleta de una tonelada de ‘guiños’ a los fans. Incluso los decorados y vestuario es genial. Confiad en mí, tan pronto como la película haya acabado, vais a desear que el próximo capítulo llegue a la semana siguiente.Bleeding Cool,
‘First Class’ contiene una de los más arriesgadas y eficientes trama que he visto desde hace tiempo en los blockbusters. (…) toda vez que muchos momentos parecen pasar desapercibidos al ojo, este film sólo puede ser visto una y otra vez por su público. (…) Esta película no se queda estancada y durante dos horas de metraje eso es una virtud, porque cuando nada de desmorona y el público no se aburre, los minutos pasan corriendo.La web británica Hey U Guys es más entusiasta:
‘X-Men: First Class’ lleva la saga a sus orígenes, figurativamente en términos de dotar de drama a sus personajes, y literalmente al comenzar casi toma a toma con el principio de los ‘X-Men’ de Bryan Singer. Al hacerlo, el film se convierte instantáneamente en algo familiar e instantáenamente en algo que engancha. En realidad, es en su tratamiento de los personajes y las relaciones entre ellos en los que el film triunfa. Sabiamente Fassbender, McAvoy y Lawrenceni siquiera intentan mimetizar las actuaciones de Ian McKellen, Patrick Stewart y Rebecca Romijn en los primeros films, en vez de eso el Erik de Fassbender casi parece un ‘Bond’, inteligente y seguro, mientras McAvoy dibuja un encantador Xavier. (…) la relación entre ambos es inmensamente entretenida de ver. La habilidad de Vaughn es la de dirigir cine de acción con un tremendo sentido de humor que recorre la película.Dios, si la Fox no me la juega con ‘X-Men: First Class’ voy a tener que tragarme muchas y muchas de mis palabras…
Cineclub Marvel: X-Men
Ante el inminente estreno de X-men First Class a continuación recordamos que tal estuvo X-Men 1 (2000) mediante el estupendo análisis de la web española universomarvel.com.
23 de octubre de 2009
"X Men" es una película de superhéroes. Esto puede parecer una obviedad tratándose de personajes Marvel, pero no lo es tanto si tenemos en cuenta que las dos cintas que le precedieron no lo eran. “Howard, un nuevo héroe” era simplemente inclasificable y su descalabro comercial alejó a Marvel de los cines durante 12 años, por lo que no extraña que para el siguiente intento se prefiriera exponer primero a un personaje de bajo perfil, Blade. En plena bancarrota, el entonces presidente de Marvel Studios Avi Arad no podía arriesgar a una única carta el escaso crédito de la editorial, y se obvió incluso la conexión del personaje con Marvel para ofrecer un título que combinaba más bien la moda vampírica y el género de acción y artes marciales. Eso sí, el éxito de “Blade” permitió a Marvel reorientar su modelo de negocio hacia la explotación de licencias basadas en sus personajes, y el paso lógico dentro del nuevo esquema empresarial, ya con el logotipo de la editorial bien visible, era adaptar su entonces buque insignia: la Patrulla X.
Con esta película se inició un nuevo capítulo del cine de superhéroes. Ya agotado el filón de la Batmanía, “X-Men” abrió la puerta al actual auge del género, para el que supone un referente sólo comparable al Superman de Richard Donner, no por azar productor ejecutivo junto a su mujer de toda la franquicia mutante. Sin embargo, antes de marcar éxito y tendencia, a este proyecto le costó muchos años arrancar.
Cuando Laura Schuler Donner le ofreció en 1996 dirigir “X Men”, Bryan Singer se encontraba ante un punto de inflexión en su carrera. Con tan sólo 28 años y 2 películas en su haber se había convertido en una de las principales promesas de su generación al haber ganado el Festival de Sundance en 1993 con “Public access” y 2 óscars en 1995 con “Sospechosos habituales”, pero su cinta más personal, “Verano de corrupción”, por la que había rechazado dirigir la cuarta parte de “Alien”, estaba pasando en cambio mucho más inadvertida. Un blockbuster palomitero ponía a su alcance mayores recursos y audiencia potencial, pero era un proyecto mucho más arriesgado de lo que hoy pueda parecernos: nunca antes había funcionado una película de un supergrupo, Marvel no era precisamente una garantía cinematográfica, ni el proyecto podía estar más lejos de sus anteriores trabajos del director. Además, Singer desconocía los cómics originales, por lo que difícilmente podría satisfacer las expectativas de los lectores que los habían seguido durante más de 40 años ni podía permitirse otro fallo tras la escasa repercusión de su tercera película. Y respondió que no.
La negativa de Singer no era el primer contratiempo del proyecto. Su origen se remontaba tanto como a 1989, cuando Stan Lee comandaba aún la división cinematográfica de Marvel, y proyectó junto al patriarca mutante Chris Claremont producir con Carolco Pictures una película de la Patrulla X que hubiera dirigido James Cameron. Aquel proyecto se frustró cuando Cameron optó en su lugar por adaptar Spiderman y la productora entró en bancarrota. Los derechos cinematográficos de X-Men revirtieron entonces a Marvel, y su entonces propietario Ronald Perelman no tardó revenderlos a 20th Century Fox a título perpetuo con la única condición de su ejercicio; esto significa que Marvel no tendrá ningún control cinematográfico sobre sus propios mutantes mientras Fox siga explotándolos. Teniendo en cuenta los 1600 millones de dólares ya recaudados por la franquicia, hoy en día es difícil de calcular cuánto costaría disolver dicho contrato (aunque la calculadora de Disney es potente), pero de vuelta a 1994 cuando se cerró el acuerdo, y desde la perspectiva de sus poco alentadores precedentes cinematográficos, es probable que nadie en Marvel fuera consciente de su alcance. Irónicamente, Fox se interesó por los derechos a raíz precisamente del éxito de la serie de animación de la Patrulla X que emitía Fox Kids, la primera producción de los nuevos Marvel Studios de Avi Arad.
El baile de nombres asociados al proyecto comenzó inmediatamente, entre los que cabe destacar como director a Robert Rodríguez y como guionista a Joss Wedon, hasta llegar al rechazo inicial de Bryan Singer. Afortunadamente, su socio en la productora Bad Hat Harry Tom De Santo es un gran aficionado a la Patrulla X, y pudo convencerle de leerse al menos los cómics originales. Y aquí es donde Singer descubrió que, más allá de las mallas de colores y los poderes, la temática de fondo de los mutantes eran las posibles actitudes enfrentadas ante el diferente. El propio Stan Lee siempre ha reconocido siempre que el conflicto entre el sueño de Xavier de una coexistencia pacífica entre humanos y mutantes y la doctrina de Magneto de la supremacía mutante reflejaba las posturas antagónicas de Martin Luther King y Malcolm X al respecto de las tensiones raciales de la América de los años 60, del mismo modo que Chris Claremont remitió después el Acta de Registro de Mutantes promovida en la ficción por el Senador Kelly a la “Caza de Brujas” del senador Joseph McCarthy contra los comunistas. Los prejuicios y la intolerancia están presentes en la obra de Singer y de hecho, el mismo Ian McKellen que encarnaría después como Magneto a una víctima del holocausto, interpretaba en “Verano de corrupción” a un anciano que escondía un pasado nazi (Singer proviene de una familia judía). Esta vez Singer firmó.
La escritura del guión pasó por varias manos durante casi dos años. Para su primer tratamiento, Singer y De Santo conservaron algunas ideas de los borradores previos, como el plan de Magneto de mutar a la cumbre de líderes mundiales ya propuesto por Joss Wedon. El guión fue posteriormente reescrito por Christopher McQuerrie (aunque ni él ni Wedon aparecen acreditados), que también participó en la escritura de “Sospechosos habituales” y acaba de firmar el libreto de la futura segunda parte del spin-off de Wolverine, lo que podría anticipar el rumoreado regreso de Singer. Por último, la versión definitiva del guión es de David Hayter, que también se encargaría después de la secuela. Durante este proceso, se eliminaron por cuestiones presupuestarias varios personajes y escenarios que serían recuperados en las secuelas, como Bestia, Rondador Nocturno o la Sala de Peligro. Algunos elementos de los mismos fueron no obstante reciclados para otros personajes, como por ejemplo la formación médica de Bestia que recayó en la “doctora” Jean Grey, lo que por cierto tuvo su reflejo en los cómics de Ultimate X-Men.
Ante la imposibilidad de comprimir cuatro décadas de historias en hora y media, los guionistas consiguieron un dificilísimo equilibrio, muy pocas veces más logrado, entre el respeto a la esencia de los personajes y la libre interpretación de los mismos, sin llegar a incurrir ni en demasiadas libertades ni en excesivos literalismos que podrían haber vaciado de contenido su valor como adaptación o película respectivamente. Se han eliminado los rasgos más exóticos y fantasiosos de los personajes para rebajar el umbral de credulidad de un público objetivo mayoritariamente no iniciado, eludiendo por ejemplo cualquier alusión a la familia de Cíclope o permitiendo envejecer a Magneto. Del mismo modo, se han simplificado también las imposibles cronologías y culebronescas interrelaciones que los personajes originales han ido acumulando con el tiempo. Pero para el público lector, dichos cambios formales se compensan sobradamente con la citada fidelidad a la sustancia, así como con los múltiples “huevos de pascua” que salpican todo el metraje, en forma de cameos, citas textuales y referencias a los cómics originales, la mayoría a su etapa clásica.
Aún así, algunos huecos pueden ser excesivos, limitándose algunos personajes casi a hacer bulto, justificándose su presencia más bien de cara a la promoción de la película. El aficionado siente por ello menospreciado a su héroe, mientras que el espectador neófito tampoco puede interesarse por meras cáscaras vacías, como son Tormenta, Sapo o Dientes de Sable. El caso más protestado por los fans fue el de Cíclope por tratarse del líder del grupo y un miembro fundador, que además ha sido luego el hombre X que más juego ha dado en los cómics (de la mano precisamente del propio Wedon) en la década posterior a la película. Sin embargo, al margen de su tratamiento en las secuelas que ya es otra historia, parte de esta falta debería también achacársele a la anodina interpretación de James Marsden. Por ejemplo, nadie se ha quejado del retrato que se presenta de Xavier o Mistica; ¿es acaso por lo que sabemos de ellos al final de la película o por el carisma de Patrick Stewart y Rebeca Romijn?
Aunque se trate de una película coral, el peso de la trama se reparte en 3 personajes: Magneto como antagonista, Lobezno como principal reclamo comercial, y sorprendentemente Pícara. Singer ha reconocido que se centraron en ella porque la principal tara que conlleva su mutación, su incapacidad de tocar a otras personas sin dañarlas, le servía simbólicamente para retratar la alienación del excluido. De hecho, hasta que adquiere su peculiar mechón blanco al final de la película, su poder es prácticamente la única conexión con el personaje original, al rebajar su edad para adjudicarle ciertos rasgos de Kitty Pride y Júbilo, quienes ya asumieron respectivamente en los 80 y 90 el papel de alumna/recluta adolescente novata, en ambos casos tuteladas además por Lobezno. Además de introducir en la trama el factor generacional, es un rol idóneo para introducir al público, porque permite arrancar la historia con la primera manifestación de un mutante y seguir su periplo hasta la Escuela de Jóvenes Talentos de Xavier, y poder así presentarla ya en funcionamiento en vez de perder media película fundándola. Uno de los grandes méritos de la película ha sido precisamente mostrar por primera vez la Escuela como un colegio, llenando por fin sus pasillos de alumnos y de potenciales cameos para regocijo del público lector. Por supuesto, la idea era tan buena que fue inmediatamente aprovechada para los Nuevos X Men de Morrinson y la Escuela del Mañana de Emma Frost de los Ultimate X Men.
Que la trama se centrara en Wolverine es comprensible, habida cuenta del riesgo comercial asumido, pues Logan es con diferencia el hombre-X más conocido por el gran público, si acaso sólo un escalón por debajo de los grandes iconos superheroicos (Superman, Batman, Spiderman y el Capitán América) e incluso superándolos ocasionalmente en cuanto a ventas de cómics. Lo que no es tan justificable es que, con el grupo ya presentado, todas las secuelas se hayan acomodado en la misma tendencia, así como los propios cómics. Además, habiéndole dado tanto espacio a Lobezno, y con la futura continuidad del resto de la franquicia en mente, parece contraproducente haber desperdiciado su relación con Dientes de Sable en esta película. Creed habla tan poco que ni siquiera se puede concluir si se conocen previamente ni tampoco si comparten factor curativo. Puede que se temiera que el personaje pudiera de otra manera hacer sombra a Magneto, pero en tal caso su inclusión en el reparto parece un mero recurso propagandístico no suficientemente justificado. En todo caso, no es tanto que la historia trate de Lobezno, como que dada su popularidad, se presenta el argumento desde su perspectiva para buscar la identificación del público. El guión juega de hecho con esta expectativa para esconder las verdaderas intenciones de Magneto.
Porque de lo que la película va es de Magneto, que no en vano la empieza y acaba. Él es el agente de cambio que impulsa la trama, por tanto su protagonista, mientras que Xavier y sus X-Men son sólo sus antagonistas en la medida en que preservan el orden establecido, una paradoja muy presente también en los mejores cómics de la Patrulla X. Sin embargo, el guión se acobarda al villanizar a Magneto de cara al desenlace, como si el público no estuviera preparado para un enfrentamiento moralmente más gris. El combate final entre la Hermandad (ya no diabólica) y la Patrulla, que debería ser el punto álgido de la película, pierde por ello un poco de intensidad. Pues ¿no ganaría el personaje de Magneto, y con ello la profundidad de su conflicto con Xavier, si su máquina sí funcionara, y si hubiera estado dispuesto a sacrificarse él mismo en vez de a una inocente a la que los X Men puedan rescatar? Magneto puede ser despótico, cruel y fanático, pero siempre debería haber mantenido su integridad. Por eso acaba siendo más interesante la partida de ajedrez del epílogo, porque enfrenta verdaderamente dos discursos. Pese a todo, este Magneto es uno de los grandes villanos recientes, pero viendo la película con 9 años de distancia puede verse que tal vez era demasiado pronto para dar el paso que sí ha dado el Joker del Caballero Oscuro.
El problema de darle masticado al público qué bando elegir ("Confía en unos pocos, teme al resto") es que, si se pretendía que los conflictos morales en torno a la mutación dotaran de cierta profundidad a la acción superheroica, éstos se resuelven sin dejar espacio a que el espectador formule sus propias respuestas, quedando finalmente algo forzadas metáforas tan pretenciosas como que la lucha final se desarrolle en la Estatua de la Libertad. Singer llega incluso a encontrar un paralelismo entre el plan de Magneto de mutar a los líderes mundiales y que la persecución de los primeros cristianos derivara en último término a que el cristianismo se convirtiera en la religión oficial del Imperio Romano. Existía una escena, eliminada pero después recuperada parcialmente para la segunda parte, en que Tormenta daba una clase de historia que ilustraba este aspecto.
Más allá del conflicto central entre Magneto y Xavier, queda poco espacio para tramas no estrictamente funcionales Si acaso, se vislumbra el triángulo amoroso entre Logan, Jean y Scott y se plantan las primeras semillas de Fénix (especialmente en la versión 1.5), aunque el desarrollo de ambas líneas queda abierto para las secuelas. También es una agradable sorpresa argumental el terrible destino del Senador Kelly, por cuanto se separa de la fuente original para aportar nuevas capas de lecturas.
Aún con la modestia impuesta por un presupuesto muy ajustado, no se renuncia a la acción y el espectáculo que impone su espíritu palomitero. En ocasiones se pueda echar de menos más espectacularidad, pero los efectos especiales de Michael Fink (nominado al Óscar después por “Batman vuelve”) no desentonan con respecto al resto de la saga. Incluso, la integración de las garras de Lobezno está más conseguida que en la reciente y mucho más costosa “X-Men Orígenes: Lobezno”. Cada poder mutante tiene su correspondiente efecto visual, supliendo en ocasiones las carencias de la trama con una considerable fuerza estética que consigue atrapar la atmósfera de los cómics, lo que también debe atribuirse al pulso narrativo de Singer. Destaca asimismo el elaborado maquillaje protésico de Mística, que consiguió actualizar la imagen de un personaje que ha gozado desde entonces de un mayor protagonismo en los propios cómics. Fueron necesarias hasta nueve horas de trabajo diario para aplicarlo y la actriz permanecía aislada del resto del equipo entre tomas del rodaje para asegurar el secretismo.
Puede incluso que la limitación presupuestaria haya favorecido la apuesta por un tono verista (dentro del contexto fantástico) con el que nunca antes se había abordado el género. La diferencia queda manifiesta desde el mismo prólogo en el campo de concentración, y la broma de la licra amarilla supone a este respecto toda una declaración de intenciones: no se eliminan las mallas de colores sólo por acomodarse a la tendencia Matrix (o más apropiadamente Blade), sino porque lo que se pretende es integrar a los mutantes en el mundo real, tratándolos desde un enfoque humano y más centrado en los conflictos que su existencia podría desatar que en su mera exhibición.
De este nuevo enfoque participan muchos de los cómics de la última década, habiendo llegando a impregnar la mayor parte de la producción de las 2 grandes editoriales de comic-books, Marvel y DC. Sin embargo, las ventas de los cómics adaptados al cine, comenzando por la propia Patrulla X, no llegaron a beneficiarse tanto como se esperaba del trasvase entre espectadores y lectores. Las obras que mejor han capitalizado su salto al cine son las unitarias (especialmente si están firmadas por Alan Moore), pero resulta mucho más difícil para las largas series regulares. Las diferencias entre los personajes de la pantalla y el papel, así como las altas numeraciones alcanzadas por las colecciones y las estiradas cronologías que arrastraban, espantan a los potenciales compradores. El fallido “Spiderman: Año 1” de Jhon Byrne buscaba el botón de reinicio, Marvel llevaba haciéndolo de hecho desde Heroes Reborn, pero quienes lo encontraron fueron Brian Michael Bendis y Bill Jemas con su Ultimate Spiderman, lanzado en noviembre de 2000, apenas 4 meses después del estreno de “X Men”. Superado el primer test, se extendió la idea a toda una nueva continuidad “definitiva” más cercana a la cinematográfica, empezando 3 meses después por los “Ultimate X-Men”, que llegó a superar las ventas de la franquicia mutante tradicional. Tampoco ésta quiso quedarse atrás, y a los cuatro meses del debut de su versión ultimatizada, Grant Morrinson y Frank Quitely importaron la revolución a sus “Nuevos X Men” al hacer pública la verdadera naturaleza de la escuela de Xavier, que se llenó en consecuencia de nuevos alumnos, al tiempo que los Hombres X se redefinían como profesores y adoptaban nuevos uniformes más sobrios. Cuando Morrinson se fue a DC en 2004, su testigo fue recogido precisamente por Joss Wedon, quien les devolvió sus colores originales. Otros cambios estéticos inducidos por las películas siguen sin embargo vigentes, especialmente los escenarios del diseñador de producción de la primera parte, John Myhre, como los azulados muros metálicos del subsuelo de la mansión o sus rediseños del Pájaro Negro y Cerebro, además de la cárcel de plástico de Magneto, que Mark Millar y Adam Kubert también tomaron prestada para aprisionarle en el Triskelión del Universo Ultimate.
Por último, llama la atención la gran proyección del elenco reunido para la película. Puede parecer que está plagado de estrellas, pero en su momento sólo Patrick Stewart era realmente famoso por su papel en la Nueva Generación de Star Trek. Ni Hugh Jackman, que procedía del musical y por entonces solo había protagonizado cintas australianas, ni la hoy cotizada Halle Berry, habían obtenido aún el caché que poseen en la actualidad. De hecho para el papel de Lobezno, fueron considerados Mel Gibson, Russell Crowe or Edward Norton entre otros. Por su parte, Anna Paquin, ya había ganado un Oscar por “El piano”, pero participar en una trilogía repartida en 6 años le valió para superar su estatus de niña prodigio.
Aunque “X-Men” no hubiera funcionado en taquilla, seguramente el género de superhéroes hubiera emergido igualmente. Los avances informáticos facilitan efectos que antes eran imposibles o demasiado caros, lo que ha puesto a disposición de Hollywood un arsenal de personajes e historias de enorme potencial mercadotécnico. Además, con “Blade” ya se había abierto el catálogo disponible más allá de los grandes iconos. Pero sin “X-Men” dicho resurgir podría haber sido muy distinto. Bryan Singer aportó un tono y una estética que han marcado una pauta para el género, y dio una gran ventaja de salida a Marvel que DC sólo ha sido capaz de remontar gracias a otro autor, Christopher Nolan, que ha llevado este mismo esquema un poco más allá con su Batman. No es casualidad que la Distinguida Competencia apostara por el propio Singer para revitalizar su otra gran franquicia con “Superman Returns”, pero en ésta ocasión optó en cambio por recuperar un estilo clásico. Que el resultado no acabara de cuajar es la mejor prueba posible de que “X Men” significó un antes y un después para el género, incluso para su propio director.
23 de octubre de 2009
"X Men" es una película de superhéroes. Esto puede parecer una obviedad tratándose de personajes Marvel, pero no lo es tanto si tenemos en cuenta que las dos cintas que le precedieron no lo eran. “Howard, un nuevo héroe” era simplemente inclasificable y su descalabro comercial alejó a Marvel de los cines durante 12 años, por lo que no extraña que para el siguiente intento se prefiriera exponer primero a un personaje de bajo perfil, Blade. En plena bancarrota, el entonces presidente de Marvel Studios Avi Arad no podía arriesgar a una única carta el escaso crédito de la editorial, y se obvió incluso la conexión del personaje con Marvel para ofrecer un título que combinaba más bien la moda vampírica y el género de acción y artes marciales. Eso sí, el éxito de “Blade” permitió a Marvel reorientar su modelo de negocio hacia la explotación de licencias basadas en sus personajes, y el paso lógico dentro del nuevo esquema empresarial, ya con el logotipo de la editorial bien visible, era adaptar su entonces buque insignia: la Patrulla X.
Con esta película se inició un nuevo capítulo del cine de superhéroes. Ya agotado el filón de la Batmanía, “X-Men” abrió la puerta al actual auge del género, para el que supone un referente sólo comparable al Superman de Richard Donner, no por azar productor ejecutivo junto a su mujer de toda la franquicia mutante. Sin embargo, antes de marcar éxito y tendencia, a este proyecto le costó muchos años arrancar.
Cuando Laura Schuler Donner le ofreció en 1996 dirigir “X Men”, Bryan Singer se encontraba ante un punto de inflexión en su carrera. Con tan sólo 28 años y 2 películas en su haber se había convertido en una de las principales promesas de su generación al haber ganado el Festival de Sundance en 1993 con “Public access” y 2 óscars en 1995 con “Sospechosos habituales”, pero su cinta más personal, “Verano de corrupción”, por la que había rechazado dirigir la cuarta parte de “Alien”, estaba pasando en cambio mucho más inadvertida. Un blockbuster palomitero ponía a su alcance mayores recursos y audiencia potencial, pero era un proyecto mucho más arriesgado de lo que hoy pueda parecernos: nunca antes había funcionado una película de un supergrupo, Marvel no era precisamente una garantía cinematográfica, ni el proyecto podía estar más lejos de sus anteriores trabajos del director. Además, Singer desconocía los cómics originales, por lo que difícilmente podría satisfacer las expectativas de los lectores que los habían seguido durante más de 40 años ni podía permitirse otro fallo tras la escasa repercusión de su tercera película. Y respondió que no.
La negativa de Singer no era el primer contratiempo del proyecto. Su origen se remontaba tanto como a 1989, cuando Stan Lee comandaba aún la división cinematográfica de Marvel, y proyectó junto al patriarca mutante Chris Claremont producir con Carolco Pictures una película de la Patrulla X que hubiera dirigido James Cameron. Aquel proyecto se frustró cuando Cameron optó en su lugar por adaptar Spiderman y la productora entró en bancarrota. Los derechos cinematográficos de X-Men revirtieron entonces a Marvel, y su entonces propietario Ronald Perelman no tardó revenderlos a 20th Century Fox a título perpetuo con la única condición de su ejercicio; esto significa que Marvel no tendrá ningún control cinematográfico sobre sus propios mutantes mientras Fox siga explotándolos. Teniendo en cuenta los 1600 millones de dólares ya recaudados por la franquicia, hoy en día es difícil de calcular cuánto costaría disolver dicho contrato (aunque la calculadora de Disney es potente), pero de vuelta a 1994 cuando se cerró el acuerdo, y desde la perspectiva de sus poco alentadores precedentes cinematográficos, es probable que nadie en Marvel fuera consciente de su alcance. Irónicamente, Fox se interesó por los derechos a raíz precisamente del éxito de la serie de animación de la Patrulla X que emitía Fox Kids, la primera producción de los nuevos Marvel Studios de Avi Arad.
El baile de nombres asociados al proyecto comenzó inmediatamente, entre los que cabe destacar como director a Robert Rodríguez y como guionista a Joss Wedon, hasta llegar al rechazo inicial de Bryan Singer. Afortunadamente, su socio en la productora Bad Hat Harry Tom De Santo es un gran aficionado a la Patrulla X, y pudo convencerle de leerse al menos los cómics originales. Y aquí es donde Singer descubrió que, más allá de las mallas de colores y los poderes, la temática de fondo de los mutantes eran las posibles actitudes enfrentadas ante el diferente. El propio Stan Lee siempre ha reconocido siempre que el conflicto entre el sueño de Xavier de una coexistencia pacífica entre humanos y mutantes y la doctrina de Magneto de la supremacía mutante reflejaba las posturas antagónicas de Martin Luther King y Malcolm X al respecto de las tensiones raciales de la América de los años 60, del mismo modo que Chris Claremont remitió después el Acta de Registro de Mutantes promovida en la ficción por el Senador Kelly a la “Caza de Brujas” del senador Joseph McCarthy contra los comunistas. Los prejuicios y la intolerancia están presentes en la obra de Singer y de hecho, el mismo Ian McKellen que encarnaría después como Magneto a una víctima del holocausto, interpretaba en “Verano de corrupción” a un anciano que escondía un pasado nazi (Singer proviene de una familia judía). Esta vez Singer firmó.
La escritura del guión pasó por varias manos durante casi dos años. Para su primer tratamiento, Singer y De Santo conservaron algunas ideas de los borradores previos, como el plan de Magneto de mutar a la cumbre de líderes mundiales ya propuesto por Joss Wedon. El guión fue posteriormente reescrito por Christopher McQuerrie (aunque ni él ni Wedon aparecen acreditados), que también participó en la escritura de “Sospechosos habituales” y acaba de firmar el libreto de la futura segunda parte del spin-off de Wolverine, lo que podría anticipar el rumoreado regreso de Singer. Por último, la versión definitiva del guión es de David Hayter, que también se encargaría después de la secuela. Durante este proceso, se eliminaron por cuestiones presupuestarias varios personajes y escenarios que serían recuperados en las secuelas, como Bestia, Rondador Nocturno o la Sala de Peligro. Algunos elementos de los mismos fueron no obstante reciclados para otros personajes, como por ejemplo la formación médica de Bestia que recayó en la “doctora” Jean Grey, lo que por cierto tuvo su reflejo en los cómics de Ultimate X-Men.
Ante la imposibilidad de comprimir cuatro décadas de historias en hora y media, los guionistas consiguieron un dificilísimo equilibrio, muy pocas veces más logrado, entre el respeto a la esencia de los personajes y la libre interpretación de los mismos, sin llegar a incurrir ni en demasiadas libertades ni en excesivos literalismos que podrían haber vaciado de contenido su valor como adaptación o película respectivamente. Se han eliminado los rasgos más exóticos y fantasiosos de los personajes para rebajar el umbral de credulidad de un público objetivo mayoritariamente no iniciado, eludiendo por ejemplo cualquier alusión a la familia de Cíclope o permitiendo envejecer a Magneto. Del mismo modo, se han simplificado también las imposibles cronologías y culebronescas interrelaciones que los personajes originales han ido acumulando con el tiempo. Pero para el público lector, dichos cambios formales se compensan sobradamente con la citada fidelidad a la sustancia, así como con los múltiples “huevos de pascua” que salpican todo el metraje, en forma de cameos, citas textuales y referencias a los cómics originales, la mayoría a su etapa clásica.
Aún así, algunos huecos pueden ser excesivos, limitándose algunos personajes casi a hacer bulto, justificándose su presencia más bien de cara a la promoción de la película. El aficionado siente por ello menospreciado a su héroe, mientras que el espectador neófito tampoco puede interesarse por meras cáscaras vacías, como son Tormenta, Sapo o Dientes de Sable. El caso más protestado por los fans fue el de Cíclope por tratarse del líder del grupo y un miembro fundador, que además ha sido luego el hombre X que más juego ha dado en los cómics (de la mano precisamente del propio Wedon) en la década posterior a la película. Sin embargo, al margen de su tratamiento en las secuelas que ya es otra historia, parte de esta falta debería también achacársele a la anodina interpretación de James Marsden. Por ejemplo, nadie se ha quejado del retrato que se presenta de Xavier o Mistica; ¿es acaso por lo que sabemos de ellos al final de la película o por el carisma de Patrick Stewart y Rebeca Romijn?
Aunque se trate de una película coral, el peso de la trama se reparte en 3 personajes: Magneto como antagonista, Lobezno como principal reclamo comercial, y sorprendentemente Pícara. Singer ha reconocido que se centraron en ella porque la principal tara que conlleva su mutación, su incapacidad de tocar a otras personas sin dañarlas, le servía simbólicamente para retratar la alienación del excluido. De hecho, hasta que adquiere su peculiar mechón blanco al final de la película, su poder es prácticamente la única conexión con el personaje original, al rebajar su edad para adjudicarle ciertos rasgos de Kitty Pride y Júbilo, quienes ya asumieron respectivamente en los 80 y 90 el papel de alumna/recluta adolescente novata, en ambos casos tuteladas además por Lobezno. Además de introducir en la trama el factor generacional, es un rol idóneo para introducir al público, porque permite arrancar la historia con la primera manifestación de un mutante y seguir su periplo hasta la Escuela de Jóvenes Talentos de Xavier, y poder así presentarla ya en funcionamiento en vez de perder media película fundándola. Uno de los grandes méritos de la película ha sido precisamente mostrar por primera vez la Escuela como un colegio, llenando por fin sus pasillos de alumnos y de potenciales cameos para regocijo del público lector. Por supuesto, la idea era tan buena que fue inmediatamente aprovechada para los Nuevos X Men de Morrinson y la Escuela del Mañana de Emma Frost de los Ultimate X Men.
Que la trama se centrara en Wolverine es comprensible, habida cuenta del riesgo comercial asumido, pues Logan es con diferencia el hombre-X más conocido por el gran público, si acaso sólo un escalón por debajo de los grandes iconos superheroicos (Superman, Batman, Spiderman y el Capitán América) e incluso superándolos ocasionalmente en cuanto a ventas de cómics. Lo que no es tan justificable es que, con el grupo ya presentado, todas las secuelas se hayan acomodado en la misma tendencia, así como los propios cómics. Además, habiéndole dado tanto espacio a Lobezno, y con la futura continuidad del resto de la franquicia en mente, parece contraproducente haber desperdiciado su relación con Dientes de Sable en esta película. Creed habla tan poco que ni siquiera se puede concluir si se conocen previamente ni tampoco si comparten factor curativo. Puede que se temiera que el personaje pudiera de otra manera hacer sombra a Magneto, pero en tal caso su inclusión en el reparto parece un mero recurso propagandístico no suficientemente justificado. En todo caso, no es tanto que la historia trate de Lobezno, como que dada su popularidad, se presenta el argumento desde su perspectiva para buscar la identificación del público. El guión juega de hecho con esta expectativa para esconder las verdaderas intenciones de Magneto.
Porque de lo que la película va es de Magneto, que no en vano la empieza y acaba. Él es el agente de cambio que impulsa la trama, por tanto su protagonista, mientras que Xavier y sus X-Men son sólo sus antagonistas en la medida en que preservan el orden establecido, una paradoja muy presente también en los mejores cómics de la Patrulla X. Sin embargo, el guión se acobarda al villanizar a Magneto de cara al desenlace, como si el público no estuviera preparado para un enfrentamiento moralmente más gris. El combate final entre la Hermandad (ya no diabólica) y la Patrulla, que debería ser el punto álgido de la película, pierde por ello un poco de intensidad. Pues ¿no ganaría el personaje de Magneto, y con ello la profundidad de su conflicto con Xavier, si su máquina sí funcionara, y si hubiera estado dispuesto a sacrificarse él mismo en vez de a una inocente a la que los X Men puedan rescatar? Magneto puede ser despótico, cruel y fanático, pero siempre debería haber mantenido su integridad. Por eso acaba siendo más interesante la partida de ajedrez del epílogo, porque enfrenta verdaderamente dos discursos. Pese a todo, este Magneto es uno de los grandes villanos recientes, pero viendo la película con 9 años de distancia puede verse que tal vez era demasiado pronto para dar el paso que sí ha dado el Joker del Caballero Oscuro.
El problema de darle masticado al público qué bando elegir ("Confía en unos pocos, teme al resto") es que, si se pretendía que los conflictos morales en torno a la mutación dotaran de cierta profundidad a la acción superheroica, éstos se resuelven sin dejar espacio a que el espectador formule sus propias respuestas, quedando finalmente algo forzadas metáforas tan pretenciosas como que la lucha final se desarrolle en la Estatua de la Libertad. Singer llega incluso a encontrar un paralelismo entre el plan de Magneto de mutar a los líderes mundiales y que la persecución de los primeros cristianos derivara en último término a que el cristianismo se convirtiera en la religión oficial del Imperio Romano. Existía una escena, eliminada pero después recuperada parcialmente para la segunda parte, en que Tormenta daba una clase de historia que ilustraba este aspecto.
Más allá del conflicto central entre Magneto y Xavier, queda poco espacio para tramas no estrictamente funcionales Si acaso, se vislumbra el triángulo amoroso entre Logan, Jean y Scott y se plantan las primeras semillas de Fénix (especialmente en la versión 1.5), aunque el desarrollo de ambas líneas queda abierto para las secuelas. También es una agradable sorpresa argumental el terrible destino del Senador Kelly, por cuanto se separa de la fuente original para aportar nuevas capas de lecturas.
Aún con la modestia impuesta por un presupuesto muy ajustado, no se renuncia a la acción y el espectáculo que impone su espíritu palomitero. En ocasiones se pueda echar de menos más espectacularidad, pero los efectos especiales de Michael Fink (nominado al Óscar después por “Batman vuelve”) no desentonan con respecto al resto de la saga. Incluso, la integración de las garras de Lobezno está más conseguida que en la reciente y mucho más costosa “X-Men Orígenes: Lobezno”. Cada poder mutante tiene su correspondiente efecto visual, supliendo en ocasiones las carencias de la trama con una considerable fuerza estética que consigue atrapar la atmósfera de los cómics, lo que también debe atribuirse al pulso narrativo de Singer. Destaca asimismo el elaborado maquillaje protésico de Mística, que consiguió actualizar la imagen de un personaje que ha gozado desde entonces de un mayor protagonismo en los propios cómics. Fueron necesarias hasta nueve horas de trabajo diario para aplicarlo y la actriz permanecía aislada del resto del equipo entre tomas del rodaje para asegurar el secretismo.
Puede incluso que la limitación presupuestaria haya favorecido la apuesta por un tono verista (dentro del contexto fantástico) con el que nunca antes se había abordado el género. La diferencia queda manifiesta desde el mismo prólogo en el campo de concentración, y la broma de la licra amarilla supone a este respecto toda una declaración de intenciones: no se eliminan las mallas de colores sólo por acomodarse a la tendencia Matrix (o más apropiadamente Blade), sino porque lo que se pretende es integrar a los mutantes en el mundo real, tratándolos desde un enfoque humano y más centrado en los conflictos que su existencia podría desatar que en su mera exhibición.
De este nuevo enfoque participan muchos de los cómics de la última década, habiendo llegando a impregnar la mayor parte de la producción de las 2 grandes editoriales de comic-books, Marvel y DC. Sin embargo, las ventas de los cómics adaptados al cine, comenzando por la propia Patrulla X, no llegaron a beneficiarse tanto como se esperaba del trasvase entre espectadores y lectores. Las obras que mejor han capitalizado su salto al cine son las unitarias (especialmente si están firmadas por Alan Moore), pero resulta mucho más difícil para las largas series regulares. Las diferencias entre los personajes de la pantalla y el papel, así como las altas numeraciones alcanzadas por las colecciones y las estiradas cronologías que arrastraban, espantan a los potenciales compradores. El fallido “Spiderman: Año 1” de Jhon Byrne buscaba el botón de reinicio, Marvel llevaba haciéndolo de hecho desde Heroes Reborn, pero quienes lo encontraron fueron Brian Michael Bendis y Bill Jemas con su Ultimate Spiderman, lanzado en noviembre de 2000, apenas 4 meses después del estreno de “X Men”. Superado el primer test, se extendió la idea a toda una nueva continuidad “definitiva” más cercana a la cinematográfica, empezando 3 meses después por los “Ultimate X-Men”, que llegó a superar las ventas de la franquicia mutante tradicional. Tampoco ésta quiso quedarse atrás, y a los cuatro meses del debut de su versión ultimatizada, Grant Morrinson y Frank Quitely importaron la revolución a sus “Nuevos X Men” al hacer pública la verdadera naturaleza de la escuela de Xavier, que se llenó en consecuencia de nuevos alumnos, al tiempo que los Hombres X se redefinían como profesores y adoptaban nuevos uniformes más sobrios. Cuando Morrinson se fue a DC en 2004, su testigo fue recogido precisamente por Joss Wedon, quien les devolvió sus colores originales. Otros cambios estéticos inducidos por las películas siguen sin embargo vigentes, especialmente los escenarios del diseñador de producción de la primera parte, John Myhre, como los azulados muros metálicos del subsuelo de la mansión o sus rediseños del Pájaro Negro y Cerebro, además de la cárcel de plástico de Magneto, que Mark Millar y Adam Kubert también tomaron prestada para aprisionarle en el Triskelión del Universo Ultimate.
Por último, llama la atención la gran proyección del elenco reunido para la película. Puede parecer que está plagado de estrellas, pero en su momento sólo Patrick Stewart era realmente famoso por su papel en la Nueva Generación de Star Trek. Ni Hugh Jackman, que procedía del musical y por entonces solo había protagonizado cintas australianas, ni la hoy cotizada Halle Berry, habían obtenido aún el caché que poseen en la actualidad. De hecho para el papel de Lobezno, fueron considerados Mel Gibson, Russell Crowe or Edward Norton entre otros. Por su parte, Anna Paquin, ya había ganado un Oscar por “El piano”, pero participar en una trilogía repartida en 6 años le valió para superar su estatus de niña prodigio.
Aunque “X-Men” no hubiera funcionado en taquilla, seguramente el género de superhéroes hubiera emergido igualmente. Los avances informáticos facilitan efectos que antes eran imposibles o demasiado caros, lo que ha puesto a disposición de Hollywood un arsenal de personajes e historias de enorme potencial mercadotécnico. Además, con “Blade” ya se había abierto el catálogo disponible más allá de los grandes iconos. Pero sin “X-Men” dicho resurgir podría haber sido muy distinto. Bryan Singer aportó un tono y una estética que han marcado una pauta para el género, y dio una gran ventaja de salida a Marvel que DC sólo ha sido capaz de remontar gracias a otro autor, Christopher Nolan, que ha llevado este mismo esquema un poco más allá con su Batman. No es casualidad que la Distinguida Competencia apostara por el propio Singer para revitalizar su otra gran franquicia con “Superman Returns”, pero en ésta ocasión optó en cambio por recuperar un estilo clásico. Que el resultado no acabara de cuajar es la mejor prueba posible de que “X Men” significó un antes y un después para el género, incluso para su propio director.
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X-men 1
domingo, 22 de mayo de 2011
sábado, 21 de mayo de 2011
Crítica de X-Men 1
Ante el inminente estreno de X-Men First Class a continuación recordamos que tal estuvo X-Men 1 (2000), mediante la critica de la web española blogdecine.com.
Juan Luis Caviaro 29 de enero de 2009
Con motivo de la fallida ‘Verano de corrupción’, os decía que Bryan Singer necesitaba un proyecto de gran entidad tras el éxito de la retorcida ‘Sospechosos habituales’. Un trabajo que le diese la oportunidad de progresar al mismo tiempo que demostrar, a una audiencia mucho más amplia, su envidiable talento. Ese proyecto era ‘X-Men’. Una obra que fue todo un éxito de taquilla y quizá por eso ha sido infravalorada en lo que se refiere a su calidad cinematográfica, aun cuando en realidad atesora no pocos aciertos, resultando, en mi opinión, un producto ejemplar en su género. Una película que cumple con todo lo que puede esperarse de ella; y que aporta algo más.
La 20th Century Fox, esa major que casi consigue que ‘Watchmen’ no se estrene (después de haber dado por imposible su filmación), llevaba años intentando sacar adelante un proyecto para trasladar a la gran pantalla las aventuras de los X-Men, pagando muchos guiones pero no convenciendo a ningún director. Se acercaron también a Singer tras la entusiasta acogida de su segundo largometraje, pero el joven realizador rechazó en un primer momento el ofrecimiento, el mando de la dudosa embarcación. No conocía a los personajes de la Marvel y el proyecto no le resultó interesante. Fue Tom DeSanto, amigo del director y su socio en Bad Hat Harry, quien le hizo cambiar de idea. Singer se informó mejor (o quizá reconsideró la oportunidad económica) y aceptó la propuesta de la Fox. El resultado, una sorprendente ‘X-Men’ que originó la actual “fiebre” por el cine de superhéroes.
Hay una corriente de opinión, más popular, que señala otro origen de dicho fenómeno. Para ellos sería ‘Blade’ (1998). Sin embargo, considero que fue ‘X-Men’ (2000) el detonante de la explosión de las “superhero movies”, para bien y para mal. A pesar de que es cierto que aquella correctita película con Wesley Snipes fue un éxito de taquilla y estaba basada en un superhéroe de cómic, no fue hasta la que dirigió Bryan Singer que el género (etiqueta inútil más allá de las estanterías) adquirió sus características más reconocibles. Esto es, por un enfoque que va más allá de la acción y el espectáculo, de lo comercial, para acercarse a otro tipo de cine, considerado más serio. Sin dejar de lado su condición de blockbuster, se cuida el drama y los personajes, que no sean simples monigotes con trajes llamativos y poderes que justifiquen muchos efectos especiales. Algunos, como Brett Ratner, no se enteraron; otros, como Christopher Nolan, sí.
Ante todo, Singer quería que ‘X-Men’ fuese una película de ciencia ficción basada en cómics. La idea de adaptar fielmente las historias clásicas de los mutantes de la Marvel y crear un “divertido” producto de acción y consumo ligero no entraba en sus planes, desde el principio. Esto no significaba ni un desprecio a la obra original ni a los fans de la misma, sino todo lo contrario. Como hemos podido comprobar en muchas ocasiones, lo que funciona en un determinado medio artístico no tiene que funcionar (y normalmente no funciona) en otro. Singer lo sabía, pero antes que eso, entendió que debía adaptar la historia de esos personajes a un contexto actual, que interesara a un público más general, no específicamente al experto en la materia.
De este modo, la película comienza situándonos en un entorno real, reconocible por todos, para luego incluir a los mutantes, el elemento fantástico de la historia. ‘X-Men’ se va a revelar pronto como algo inesperado. Lo hace con dos impactantes prólogos (había más en el guión original), cada uno centrado en un personaje y un tiempo concreto, para luego trasladarnos a un parlamento donde se discute la problemática de una nueva raza, capaz de amenazar la vida de los seres humanos “corrientes”. Atención a eso. Singer toma las riendas de una película que tenía que ser otro producto hollywoodiense comercial más, y lo abre con el holocausto, la adolescencia y la persecución de personas “diferentes”. Estamos ante un “blockbuster de autor” en toda regla.
A partir de esa integración de los mutantes en el mundo real, Bryan Singer da rienda suelta a su extraordinaria visión para el espectáculo y el entretenimiento, sin descuidar nunca esos aspectos que he mencionado antes, la historia y los personajes; el drama. Es ese drama y ese acercamiento humano, corriente, cercano, que tiene la película lo que hace que emocione y permita al público identificarse con unos protagonistas que, de otro modo, resultarían fríos y carentes de sustancia. El estupendo guión de la película, firmado por menos de los que participaron en él (aparecen Singer, DeSanto y David Hayter, quedando sin acreditar, entre otros, Christopher McQuarrie o Joss Whedon), aporta contenido a la trama y lógica a las acciones y comportamientos que vemos en la pantalla, resultando entonces de relevancia menor que los personajes posean superpoderes; vemos personas, corrientes en la medida de lo posible. ‘X-Men’ no se centra en lo estupendo y espectacular que podría resultar volar o leer la mente (si es que esto es deseable para alguien), sino en los conflictos que podrían provocar, en la realidad, esas habilidades especiales.
Por todo esto, no vamos a ver las versiones más clásicas de Magneto, Xavier, Cíclope, Tormenta o Wolverine (el primero en tener su propio spin-off, ‘X-Men Origins: Wolverine’). Los personajes pierden una buena dosis de fantasía y colorido para ganar en solidez y realismo. En general, creo que los cambios son positivos, por lo que aportan a la película. No pierden su esencia, siguen siendo reconocibles (para los que hayan leído los cómics) pero mantienen esa coherencia con el enfoque que Singer quería para su película.
Quizá los más perjudicados sean Cíclope (James Marsden) y Tormenta (Halle Berry, cuando aún no tenía el estatus de estrella que tiene hoy), estando en el lado de los más favorecidos Wolverine (Hugh Jackman, otro que aún no contaba con su actual fama) y Mística (Rebecca Romijn, ya sin Stamos). Eso sí, si tengo que quedarme con un personaje, sin duda me quedo con Magneto; la vida y la personalidad que le da Ian McKellen (que aquí hace de judío traumatizado por el holocausto, cuando en ‘Verano de corrupción’ interpretó a un sanguinario nazi), unido al particular tratamiento que se hace del personaje en la película, me parece de lo más acertado de todo el conjunto. Magneto vuelve a recuperar el buen hacer de Singer con los personajes misteriosos y ambiguos; algo que no funcionó en su anterior film. Destacar también el interesante papel de Bruce Davison, que encarna al senador que está en contra de los mutantes, recordando a Joseph McCarthy y su caza de brujas (así como otras persecuciones no menos famosas y más relacionadas con el director).
Evidentemente, como señalé antes, no hay que olvidar, y en ningún momento se disimula, que estamos ante una película comercial, un producto de la industria de Hollywood destinado a romper taquillas, vender merchandising y servir de inicio para más películas. El ‘X-Men’ de Singer no escapa a sus raíces ni lo pretende. Es entretenimiento, espectáculo, producto de masas. Y es ahí donde vemos, otra vez, lo mucho que este realizador ha bebido de Steven Spielberg (un cineasta que, independientemente del proyecto, siempre intenta ofrecer calidad). Porque esta película va más allá de su formato, de sus propósitos económicos. Es una película inteligente, hecha por y para gente inteligente. Ahí es donde está la diferencia. Aprovecha los recursos disponibles para dar algo más, emoción, drama, intensidad, etc. Ahí y en el saber hacer de Singer, tan diestro con los actores como con la composición de cada encuadre. A pesar de todo lo hollywoodiense, no puede negarse que hay belleza en muchas imágenes de este film.
Por otro lado, tampoco deja de notarse cierto temor en la producción; era un proyecto caro que corría el riesgo de resultar un fracaso absoluto, más aún cuando dependía de la destreza de un cineasta con tan poca experiencia; menos en un film de este género y, todavía menos aún, con esta envergadura presupuestaria. Cuando lo normal es que para una película de este tipo se empleen un mínimo de 100 millones de dólares, Bryan Singer “sólo” pudo contar con 75 (no olvidemos, repito, que hablamos de Hollywood), por no hablar del tiempo que tuvieron para rodar, que al parecer fue muy ajustado. Pero ahí sí que tenía el cineasta experiencia. Singer se había manejado a la perfección con poco presupuesto y atareada agenda, exprimiría los recursos al máximo. No puede negarse, viendo el resultado final, que así hizo.
En definitiva, estamos ante una película muy completa, por dentro y por fuera, que ofrece entretenimiento, diversión y espectáculo a raudales, pero que también se preocupa por la historia y los personajes, por ofrecer una trama verosímil en un contexto realista, aun contando con muchos elementos puramente fantásticos. ‘X-Men’ fue un ejemplo a seguir. También un producto a mejorar. Eso mismo intentó Singer con la segunda parte; hablaremos de ella más adelante.
Juan Luis Caviaro 29 de enero de 2009
Con motivo de la fallida ‘Verano de corrupción’, os decía que Bryan Singer necesitaba un proyecto de gran entidad tras el éxito de la retorcida ‘Sospechosos habituales’. Un trabajo que le diese la oportunidad de progresar al mismo tiempo que demostrar, a una audiencia mucho más amplia, su envidiable talento. Ese proyecto era ‘X-Men’. Una obra que fue todo un éxito de taquilla y quizá por eso ha sido infravalorada en lo que se refiere a su calidad cinematográfica, aun cuando en realidad atesora no pocos aciertos, resultando, en mi opinión, un producto ejemplar en su género. Una película que cumple con todo lo que puede esperarse de ella; y que aporta algo más.
La 20th Century Fox, esa major que casi consigue que ‘Watchmen’ no se estrene (después de haber dado por imposible su filmación), llevaba años intentando sacar adelante un proyecto para trasladar a la gran pantalla las aventuras de los X-Men, pagando muchos guiones pero no convenciendo a ningún director. Se acercaron también a Singer tras la entusiasta acogida de su segundo largometraje, pero el joven realizador rechazó en un primer momento el ofrecimiento, el mando de la dudosa embarcación. No conocía a los personajes de la Marvel y el proyecto no le resultó interesante. Fue Tom DeSanto, amigo del director y su socio en Bad Hat Harry, quien le hizo cambiar de idea. Singer se informó mejor (o quizá reconsideró la oportunidad económica) y aceptó la propuesta de la Fox. El resultado, una sorprendente ‘X-Men’ que originó la actual “fiebre” por el cine de superhéroes.
Hay una corriente de opinión, más popular, que señala otro origen de dicho fenómeno. Para ellos sería ‘Blade’ (1998). Sin embargo, considero que fue ‘X-Men’ (2000) el detonante de la explosión de las “superhero movies”, para bien y para mal. A pesar de que es cierto que aquella correctita película con Wesley Snipes fue un éxito de taquilla y estaba basada en un superhéroe de cómic, no fue hasta la que dirigió Bryan Singer que el género (etiqueta inútil más allá de las estanterías) adquirió sus características más reconocibles. Esto es, por un enfoque que va más allá de la acción y el espectáculo, de lo comercial, para acercarse a otro tipo de cine, considerado más serio. Sin dejar de lado su condición de blockbuster, se cuida el drama y los personajes, que no sean simples monigotes con trajes llamativos y poderes que justifiquen muchos efectos especiales. Algunos, como Brett Ratner, no se enteraron; otros, como Christopher Nolan, sí.
Ante todo, Singer quería que ‘X-Men’ fuese una película de ciencia ficción basada en cómics. La idea de adaptar fielmente las historias clásicas de los mutantes de la Marvel y crear un “divertido” producto de acción y consumo ligero no entraba en sus planes, desde el principio. Esto no significaba ni un desprecio a la obra original ni a los fans de la misma, sino todo lo contrario. Como hemos podido comprobar en muchas ocasiones, lo que funciona en un determinado medio artístico no tiene que funcionar (y normalmente no funciona) en otro. Singer lo sabía, pero antes que eso, entendió que debía adaptar la historia de esos personajes a un contexto actual, que interesara a un público más general, no específicamente al experto en la materia.
De este modo, la película comienza situándonos en un entorno real, reconocible por todos, para luego incluir a los mutantes, el elemento fantástico de la historia. ‘X-Men’ se va a revelar pronto como algo inesperado. Lo hace con dos impactantes prólogos (había más en el guión original), cada uno centrado en un personaje y un tiempo concreto, para luego trasladarnos a un parlamento donde se discute la problemática de una nueva raza, capaz de amenazar la vida de los seres humanos “corrientes”. Atención a eso. Singer toma las riendas de una película que tenía que ser otro producto hollywoodiense comercial más, y lo abre con el holocausto, la adolescencia y la persecución de personas “diferentes”. Estamos ante un “blockbuster de autor” en toda regla.
A partir de esa integración de los mutantes en el mundo real, Bryan Singer da rienda suelta a su extraordinaria visión para el espectáculo y el entretenimiento, sin descuidar nunca esos aspectos que he mencionado antes, la historia y los personajes; el drama. Es ese drama y ese acercamiento humano, corriente, cercano, que tiene la película lo que hace que emocione y permita al público identificarse con unos protagonistas que, de otro modo, resultarían fríos y carentes de sustancia. El estupendo guión de la película, firmado por menos de los que participaron en él (aparecen Singer, DeSanto y David Hayter, quedando sin acreditar, entre otros, Christopher McQuarrie o Joss Whedon), aporta contenido a la trama y lógica a las acciones y comportamientos que vemos en la pantalla, resultando entonces de relevancia menor que los personajes posean superpoderes; vemos personas, corrientes en la medida de lo posible. ‘X-Men’ no se centra en lo estupendo y espectacular que podría resultar volar o leer la mente (si es que esto es deseable para alguien), sino en los conflictos que podrían provocar, en la realidad, esas habilidades especiales.
Por todo esto, no vamos a ver las versiones más clásicas de Magneto, Xavier, Cíclope, Tormenta o Wolverine (el primero en tener su propio spin-off, ‘X-Men Origins: Wolverine’). Los personajes pierden una buena dosis de fantasía y colorido para ganar en solidez y realismo. En general, creo que los cambios son positivos, por lo que aportan a la película. No pierden su esencia, siguen siendo reconocibles (para los que hayan leído los cómics) pero mantienen esa coherencia con el enfoque que Singer quería para su película.
Quizá los más perjudicados sean Cíclope (James Marsden) y Tormenta (Halle Berry, cuando aún no tenía el estatus de estrella que tiene hoy), estando en el lado de los más favorecidos Wolverine (Hugh Jackman, otro que aún no contaba con su actual fama) y Mística (Rebecca Romijn, ya sin Stamos). Eso sí, si tengo que quedarme con un personaje, sin duda me quedo con Magneto; la vida y la personalidad que le da Ian McKellen (que aquí hace de judío traumatizado por el holocausto, cuando en ‘Verano de corrupción’ interpretó a un sanguinario nazi), unido al particular tratamiento que se hace del personaje en la película, me parece de lo más acertado de todo el conjunto. Magneto vuelve a recuperar el buen hacer de Singer con los personajes misteriosos y ambiguos; algo que no funcionó en su anterior film. Destacar también el interesante papel de Bruce Davison, que encarna al senador que está en contra de los mutantes, recordando a Joseph McCarthy y su caza de brujas (así como otras persecuciones no menos famosas y más relacionadas con el director).
Evidentemente, como señalé antes, no hay que olvidar, y en ningún momento se disimula, que estamos ante una película comercial, un producto de la industria de Hollywood destinado a romper taquillas, vender merchandising y servir de inicio para más películas. El ‘X-Men’ de Singer no escapa a sus raíces ni lo pretende. Es entretenimiento, espectáculo, producto de masas. Y es ahí donde vemos, otra vez, lo mucho que este realizador ha bebido de Steven Spielberg (un cineasta que, independientemente del proyecto, siempre intenta ofrecer calidad). Porque esta película va más allá de su formato, de sus propósitos económicos. Es una película inteligente, hecha por y para gente inteligente. Ahí es donde está la diferencia. Aprovecha los recursos disponibles para dar algo más, emoción, drama, intensidad, etc. Ahí y en el saber hacer de Singer, tan diestro con los actores como con la composición de cada encuadre. A pesar de todo lo hollywoodiense, no puede negarse que hay belleza en muchas imágenes de este film.
Por otro lado, tampoco deja de notarse cierto temor en la producción; era un proyecto caro que corría el riesgo de resultar un fracaso absoluto, más aún cuando dependía de la destreza de un cineasta con tan poca experiencia; menos en un film de este género y, todavía menos aún, con esta envergadura presupuestaria. Cuando lo normal es que para una película de este tipo se empleen un mínimo de 100 millones de dólares, Bryan Singer “sólo” pudo contar con 75 (no olvidemos, repito, que hablamos de Hollywood), por no hablar del tiempo que tuvieron para rodar, que al parecer fue muy ajustado. Pero ahí sí que tenía el cineasta experiencia. Singer se había manejado a la perfección con poco presupuesto y atareada agenda, exprimiría los recursos al máximo. No puede negarse, viendo el resultado final, que así hizo.
En definitiva, estamos ante una película muy completa, por dentro y por fuera, que ofrece entretenimiento, diversión y espectáculo a raudales, pero que también se preocupa por la historia y los personajes, por ofrecer una trama verosímil en un contexto realista, aun contando con muchos elementos puramente fantásticos. ‘X-Men’ fue un ejemplo a seguir. También un producto a mejorar. Eso mismo intentó Singer con la segunda parte; hablaremos de ella más adelante.
viernes, 20 de mayo de 2011
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