Ante el inminente estreno de X-Men First Class a continuación recordamos que tal estuvo X-Men 1 (2000), mediante la critica de la web española blogdecine.com.
Juan Luis Caviaro 29 de enero de 2009
Con motivo de la fallida ‘Verano de corrupción’, os decía que Bryan Singer necesitaba un proyecto de gran entidad tras el éxito de la retorcida ‘Sospechosos habituales’. Un trabajo que le diese la oportunidad de progresar al mismo tiempo que demostrar, a una audiencia mucho más amplia, su envidiable talento. Ese proyecto era ‘X-Men’. Una obra que fue todo un éxito de taquilla y quizá por eso ha sido infravalorada en lo que se refiere a su calidad cinematográfica, aun cuando en realidad atesora no pocos aciertos, resultando, en mi opinión, un producto ejemplar en su género. Una película que cumple con todo lo que puede esperarse de ella; y que aporta algo más.
La 20th Century Fox, esa major que casi consigue que ‘Watchmen’ no se estrene (después de haber dado por imposible su filmación), llevaba años intentando sacar adelante un proyecto para trasladar a la gran pantalla las aventuras de los X-Men, pagando muchos guiones pero no convenciendo a ningún director. Se acercaron también a Singer tras la entusiasta acogida de su segundo largometraje, pero el joven realizador rechazó en un primer momento el ofrecimiento, el mando de la dudosa embarcación. No conocía a los personajes de la Marvel y el proyecto no le resultó interesante. Fue Tom DeSanto, amigo del director y su socio en Bad Hat Harry, quien le hizo cambiar de idea. Singer se informó mejor (o quizá reconsideró la oportunidad económica) y aceptó la propuesta de la Fox. El resultado, una sorprendente ‘X-Men’ que originó la actual “fiebre” por el cine de superhéroes.
Hay una corriente de opinión, más popular, que señala otro origen de dicho fenómeno. Para ellos sería ‘Blade’ (1998). Sin embargo, considero que fue ‘X-Men’ (2000) el detonante de la explosión de las “superhero movies”, para bien y para mal. A pesar de que es cierto que aquella correctita película con Wesley Snipes fue un éxito de taquilla y estaba basada en un superhéroe de cómic, no fue hasta la que dirigió Bryan Singer que el género (etiqueta inútil más allá de las estanterías) adquirió sus características más reconocibles. Esto es, por un enfoque que va más allá de la acción y el espectáculo, de lo comercial, para acercarse a otro tipo de cine, considerado más serio. Sin dejar de lado su condición de blockbuster, se cuida el drama y los personajes, que no sean simples monigotes con trajes llamativos y poderes que justifiquen muchos efectos especiales. Algunos, como Brett Ratner, no se enteraron; otros, como Christopher Nolan, sí.
Ante todo, Singer quería que ‘X-Men’ fuese una película de ciencia ficción basada en cómics. La idea de adaptar fielmente las historias clásicas de los mutantes de la Marvel y crear un “divertido” producto de acción y consumo ligero no entraba en sus planes, desde el principio. Esto no significaba ni un desprecio a la obra original ni a los fans de la misma, sino todo lo contrario. Como hemos podido comprobar en muchas ocasiones, lo que funciona en un determinado medio artístico no tiene que funcionar (y normalmente no funciona) en otro. Singer lo sabía, pero antes que eso, entendió que debía adaptar la historia de esos personajes a un contexto actual, que interesara a un público más general, no específicamente al experto en la materia.
De este modo, la película comienza situándonos en un entorno real, reconocible por todos, para luego incluir a los mutantes, el elemento fantástico de la historia. ‘X-Men’ se va a revelar pronto como algo inesperado. Lo hace con dos impactantes prólogos (había más en el guión original), cada uno centrado en un personaje y un tiempo concreto, para luego trasladarnos a un parlamento donde se discute la problemática de una nueva raza, capaz de amenazar la vida de los seres humanos “corrientes”. Atención a eso. Singer toma las riendas de una película que tenía que ser otro producto hollywoodiense comercial más, y lo abre con el holocausto, la adolescencia y la persecución de personas “diferentes”. Estamos ante un “blockbuster de autor” en toda regla.
A partir de esa integración de los mutantes en el mundo real, Bryan Singer da rienda suelta a su extraordinaria visión para el espectáculo y el entretenimiento, sin descuidar nunca esos aspectos que he mencionado antes, la historia y los personajes; el drama. Es ese drama y ese acercamiento humano, corriente, cercano, que tiene la película lo que hace que emocione y permita al público identificarse con unos protagonistas que, de otro modo, resultarían fríos y carentes de sustancia. El estupendo guión de la película, firmado por menos de los que participaron en él (aparecen Singer, DeSanto y David Hayter, quedando sin acreditar, entre otros, Christopher McQuarrie o Joss Whedon), aporta contenido a la trama y lógica a las acciones y comportamientos que vemos en la pantalla, resultando entonces de relevancia menor que los personajes posean superpoderes; vemos personas, corrientes en la medida de lo posible. ‘X-Men’ no se centra en lo estupendo y espectacular que podría resultar volar o leer la mente (si es que esto es deseable para alguien), sino en los conflictos que podrían provocar, en la realidad, esas habilidades especiales.
Por todo esto, no vamos a ver las versiones más clásicas de Magneto, Xavier, Cíclope, Tormenta o Wolverine (el primero en tener su propio spin-off, ‘X-Men Origins: Wolverine’). Los personajes pierden una buena dosis de fantasía y colorido para ganar en solidez y realismo. En general, creo que los cambios son positivos, por lo que aportan a la película. No pierden su esencia, siguen siendo reconocibles (para los que hayan leído los cómics) pero mantienen esa coherencia con el enfoque que Singer quería para su película.
Quizá los más perjudicados sean Cíclope (James Marsden) y Tormenta (Halle Berry, cuando aún no tenía el estatus de estrella que tiene hoy), estando en el lado de los más favorecidos Wolverine (Hugh Jackman, otro que aún no contaba con su actual fama) y Mística (Rebecca Romijn, ya sin Stamos). Eso sí, si tengo que quedarme con un personaje, sin duda me quedo con Magneto; la vida y la personalidad que le da Ian McKellen (que aquí hace de judío traumatizado por el holocausto, cuando en ‘Verano de corrupción’ interpretó a un sanguinario nazi), unido al particular tratamiento que se hace del personaje en la película, me parece de lo más acertado de todo el conjunto. Magneto vuelve a recuperar el buen hacer de Singer con los personajes misteriosos y ambiguos; algo que no funcionó en su anterior film. Destacar también el interesante papel de Bruce Davison, que encarna al senador que está en contra de los mutantes, recordando a Joseph McCarthy y su caza de brujas (así como otras persecuciones no menos famosas y más relacionadas con el director).
Evidentemente, como señalé antes, no hay que olvidar, y en ningún momento se disimula, que estamos ante una película comercial, un producto de la industria de Hollywood destinado a romper taquillas, vender merchandising y servir de inicio para más películas. El ‘X-Men’ de Singer no escapa a sus raíces ni lo pretende. Es entretenimiento, espectáculo, producto de masas. Y es ahí donde vemos, otra vez, lo mucho que este realizador ha bebido de Steven Spielberg (un cineasta que, independientemente del proyecto, siempre intenta ofrecer calidad). Porque esta película va más allá de su formato, de sus propósitos económicos. Es una película inteligente, hecha por y para gente inteligente. Ahí es donde está la diferencia. Aprovecha los recursos disponibles para dar algo más, emoción, drama, intensidad, etc. Ahí y en el saber hacer de Singer, tan diestro con los actores como con la composición de cada encuadre. A pesar de todo lo hollywoodiense, no puede negarse que hay belleza en muchas imágenes de este film.
Por otro lado, tampoco deja de notarse cierto temor en la producción; era un proyecto caro que corría el riesgo de resultar un fracaso absoluto, más aún cuando dependía de la destreza de un cineasta con tan poca experiencia; menos en un film de este género y, todavía menos aún, con esta envergadura presupuestaria. Cuando lo normal es que para una película de este tipo se empleen un mínimo de 100 millones de dólares, Bryan Singer “sólo” pudo contar con 75 (no olvidemos, repito, que hablamos de Hollywood), por no hablar del tiempo que tuvieron para rodar, que al parecer fue muy ajustado. Pero ahí sí que tenía el cineasta experiencia. Singer se había manejado a la perfección con poco presupuesto y atareada agenda, exprimiría los recursos al máximo. No puede negarse, viendo el resultado final, que así hizo.
En definitiva, estamos ante una película muy completa, por dentro y por fuera, que ofrece entretenimiento, diversión y espectáculo a raudales, pero que también se preocupa por la historia y los personajes, por ofrecer una trama verosímil en un contexto realista, aun contando con muchos elementos puramente fantásticos. ‘X-Men’ fue un ejemplo a seguir. También un producto a mejorar. Eso mismo intentó Singer con la segunda parte; hablaremos de ella más adelante.
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